Por Jaqueton:
Un domingo de la segunda quincena de septiembre, de mil novecientos noventa y
dos... empezaron para mí unas vacaciones de una semana. Ya que el que por aquél entonces era mi jefe... decidió cerrar el bar
para ir a visitar la Expo de Sevilla.
Mi menda lerenda, que hacía poco más de dos meses había estrenado moto -una
estupenda Rieju Drac 50-, decidió aprovechar esa semana haciendo un viajecito hasta Valderrobres, provincia de Teruel.
Pueblo en el que he pasado los veranos más divertidos en casa de mi familia...
y donde he disfrutado mi "primera vez" en infinidad de cosas. Tantas... que no estoy seguro si las podría recordar todas.
Como éste era un viaje que -obviamente- no lo decidí de un día para el otro...
ya llevaba semanas preparando el itinerario, el horario a seguir, etc. Y por supuesto, antes de ir a currar la mañana de ese
domingo... ya dejé la mochilla perfectamente preparada en casa.
El itinerario lo preparé siguiendo un método que hoy en día he utilizado en más
de una ocasión. La más cercana que me viene a la almendra... el pasado septiembre. En la ruta que hicimos -de ida y vuelta en
un día- a Perros del Ebro, en Escatrón.
Y es muy sencillo: Se trata simplemente de anotar en un papel los pueblos y
localidades por las que uno va a pasar de camino al destino elegido.
Sólo que en aquella época lo hice porque -con sólo diecisiete años como
contaba- no tenía ni idea del funcionamiento de las carreteras, los desvíos, las salidas... y se me antojó que sería muy sencillo
"simplemente" ir de pueblo a pueblo.
En verdad lo es... y muy divertido. Pero no es menos cierto que hoy -veintitrés
años más tarde- sigo siendo tan despistado como entonces. Y mi sentido de la orientación se mantiene -como en aquella
época-, aletargado cual oso pardo en fin de año.
La noche del veinte de septiembre... -he mirado el calendario, y creo que esa
fecha es la que tiene más números de ser- ...plegué del bar. Y como hacíamos cada domingo y la mayor parte de los días
entre semana... acudí a la discoteca "Clip".
Situada en la calle Libertad de Vilanova... Discoteca mítica para todos aquellos que íbamos en esa época, y sentíamos como
el suelo literalmente se elevaba en el aire mientras nos soplabamos un cubata en la pista.
Allí estuve hasta pasadas las tres de la madrugada. Y con unos cuantos cubatas
recorriendo mi aparato digestivo... decidí tirar para casa. Donde me esperaba la mochilla... y donde me despediría de mis
padres. Que aún siendo menor, me dejaron ir.LLevaban semanas convencidos, no sin gran esfuerzo por las dos partes... je,
je, je...
Como dije antes... la moto que llevaba era completamente nueva. Solo que tenía
cambiadas las cubiertas... ya que -dolorosamente- comprobé dos veces en la misma noche, que los tacos en mojado
patinan como su puta madre. Y como no había rueda de carretera de la medida de la rueda delantera... le puse una trasera de
carretera, y una delantera de trail. Acababa de inventar el supermotard...!! Ja, ja, ja...
Vamos, que dos meses antes y sin saberlo... ya la estaba preparando para éste
viaje.
En la parte trasera de la moto le tenía instalado un top-case hiper chiquinino.
Lo justito para guardar en él el calimero "quita-multas", para que no me lo andara dejando por las barras las
noches de juergota... (Recordemos que entonces, hacía apenas unos meses que el uso del casco en ciudad era obligatorio...)
Y claro, al ponerme un mochilón en la espalda... éste tocaba el pequeño
top-case. Con lo cual, la mochilla -más que pesarme- me sirvió perfectamente de respaldo... y fui todo el viaje apoyado como en el
sofá de casa.
Mejor que en el sofá...!!
Porque una vez en carretera, puse los pies... no sé dónde exactamente, pero sé
que los coloqué en algún sitio donde pude estirar las piernas y descansar los pinreles.
Por tanto... en cuarta y puntita de gas, con la espalda apoyada, y las piernas
descansando... me tiré la mayor parte del camino.
Saliendo de casa de noche -a las cuatro de la mañana- escuchando a Elvis... y
disfrutando de mi primera ruta larga en moto!!
Ruta que me marcó hasta el punto que hoy por hoy... sigue encantándome salir de
noche, disfrutar devorando la carretera... viendo como amanece y el sol ilumina poco a poco el asfalto...
He dicho escuchando a Elvis...?? Je, je, je... Pues sí!! Llevaba al Rey del
Rock empaquetado en varias cintas de cassette... y por medio de un walkman -mítico aparato de nuestra infancia- lo escuchaba con
unos cascos colocados justo debajo del calimero...
Como para hacerlo hoy en día... En seguida...!!
Total, que arranqué la ruta a las cuatro de la madrugada. Y colocado
cómodamente en la moto, escuchando a mi ídolo favorito, y devorando los kilómetros en punta de gas, sin cuentakilómetros, pero a un
ritmo de ciclomotor que tumbaba... fui cepillándome la rutica.
Salí de Vilanova... tiré para Cubelles, El Vendrell, y por allí hice la primera
de las mil paradas cigarreras que haría.
Cigarreras, y de rampas! Por que me cogieron unas cuantas...
Como iba de pueblo a pueblo... me metí en Tarragona. Y a pesar de los
veintitrés años que han pasado desde entonces... me acuerdo de unas cuantas de las anécdotas que me pasaron a altas horas de la
madrugada, deambulando -más perdido que un pulpo en un garaje-, por sus calles.
Para empezar... en una avenida más larga que un día sin sexo, me paró un tipo
que pretendía hacer "moto stop" y me preguntó que si le podía llevar no sé dónde.
Le dije que sí... y que subiera.
El pavo miró la mochilla que colgaba de mi espalda cual joroba descomunal... y
se apoyaba -ocupando el asiento del acompañante- en el top-case. Y claro, me preguntó que dónde se subía... y le
contesté "ahhh...." Je, je, je...
Siejjqueeeee... ya cuando me vio, tendría que haber sudado de preguntar el
hombre...!
Luego, perdido... le pedí a unos mossos que me indicaran cómo salir de
Tarragona. (Eran mossos, pero aún faltaban años para que tomaran "el mando"...)
Uno de ellos me indicaba, mientras el otro repasaba de arriba a abajo la moto,
el piloto, el equipaje... y cuando llegó a la matrícula, que era de ciclomotor pero de las antiguas... Blanca, con sellos, y
con el nombre del municipio en ella, me preguntó... "vienes de Vilanova, y vas a Valderrobres...??" Aún está
flipando ahora...
Y finalmente, un viejo al que pregunté -otra vez- cómo salir de allí... pues
como es lógico, me volví a perder. Y el tipo me dijo que le siguiera mientras -con su Ford Fiesta L- me indicó el camino en
plan rally... y yo a duras penas podía seguirle el paso...!!
Pero vamos, gracias a él... acabé saliendo de allí.
En Masriudoms paré a poner gasofa. (De la de antes, eh...? Con el tubo de
aceite...!! Je, je, je...) Y lo flipé cuando ví lo poquísimo que me había consumido la burrica...
Subiendo el puerto de Falset -pues no existía la carretera nueva- me pilló una
niebla del copón. Y como llevaba un reloj hiper moderno, que me decía la fase lunar y la hora de salida y puesta de
sol... decidí -al llegar a Falset- pasar la media hora larga que me quedaba hasta la salida... chupando carajillos en un bar que
ya estaba abierto. Pues con la niebla me acojoné un par de veces... cuando a puntito estuve de pegarme la leche madre y
salir de la carretera.
Luego ya... de día, y con carreteras mucho más abiertas... fui acercándome sin
prisa, y con calma, a mi destino:
Valderrobres...!!!
Donde llegué a las diez menos veinte de la mañana... dispuesto a pasar una
semanita -o casi- disfrutando como un jamelgo...!! Je, je, je...
Al terminar mi estancia... volví sobre mis pasos. Pero en ésta ocasión, de día.
Ciertamente, recuerdo que pensé que fue mucho mejor la noche. Por su
tranquilidad... Por su aventura... Pero sobretodo porque los demás vehículos me respetaron mucho más...!!
Prueba de ello, que del trayecto de vuelta sólo recuerdo una anécdota:
Cuando un coche se incorporó a la carretera, y a todo gas me adelantó tan
pegado a mí... que me rozó la mano en el puño!!
Evidentemente... no tenía moto para atraparle. Pero apenas unos centenares de
metros más adelante se paró en un semáforo... y poniéndome al lado, me acordé -y le di recuerdos- para toda su perra familia,
al tiempo que dejaba unas cuantas marcas en el coche para que se acordara de mí un tiempo. Por hideputa!!
Miento!! Hay otra anécdota...!!
Apurando el depósito... llegué a El Vendrell. Y como doscientos metros antes de
la gasolinera... mi pequeña montura blanca decidió beberse la última gota de gasofa con aceite.
Y recuerdo que -una vez más- pensé que el viaje de noche había sido mucho, pero
muchísimo mejor que el de día.
No sólo por lo que he comentado antes... si no porque fue -por llamarlo así- mi
bautizo en viajes "largos" en moto...!!
Un total de ciento ochenta kilómetros que hice... (tres cientos sesenta sumando
ida y vuelta) ...que incluso hoy, con la colla, siguen siendo un buen puñado de kilómetros...
...y una ruta que espero un día repetir con AMICUS...!!
Oh, yeah...!!!
NaCluT!!!