diumenge, 17 d’octubre del 2021

Escapada i esmorzaret a El Brull









 

dissabte, 16 d’octubre del 2021

Retrobada i esmorzaret a Vilanova i la Geltrú

 













divendres, 10 de setembre del 2021

Cap de setmana a Anzánigo...





















Por Jaqueton:


El pasado fin de semana, una fecha muy importante en la historia motera de este viejo culo de plomo que os habla… porque después de un año, seis meses, veintiséis días… y por primera vez desde que el puto bicho estuvo a punto de mandarme al “secadero”, por fin pude disfrutar de una salida kilometrera donde las haya…!!

Destino elegido…? Camping motero Anzánigo… y rutillas por la zona!!

 

La mañana del viernes diez de septiembre montaba en mi pequeño amor  a las cinco y media de la mañana, después de acicalarme como es debido y tras pasar la media noche de rigor despierto por los nervios. Y es que como es bien sabido, la noche antes de una ruta no se duerme…! O cuanto menos, no se duerme bien.

A las cinco y media enfilé por la AP7,  y para no faltar a mi particular costumbre… empalmé con la A2 después de despistarme, saltarme la salida, darme una vueltecilla turística por las salidas posteriores… y cagarme en todo lo cagable antes de volver a la ruta correcta… je, je, je…

Allí enfilé ruta hasta el Bon Àrea de Jorba. Donde paré a almorzar, meterme entre pecho y espalda un bocadillo de lomo con queso… y superar el reto de entrar de nuevo en un bar después de un año y medio sin hacerlo…!

Luego monté de nuevo en “Barretina” y enfilé ruta hasta Lleida, donde cambié A2 por la A-22 que me llevó a Huesca… y por algún extraño fenómeno paranormal –llámale despiste- en vez de tirar para Ayerbe, me fui por la E-7 pasando por Arguís… virando luego a babor, para recorrer una carreterilla, curvera donde las haya, que me llevó –por fin-, hasta la puerta del camping Anzánigo!! Donde pensaba meterme una cervecita bien fresquita mientras esperaba a los amigos Gorka y Kata, que -a lomos de su hermosa Yamaha Fazer- en esos momentos seguían ruta desde Iruña.

Y bueno, la puerta del camping sí que la hallé… si… pero cerrada…! Y claro, no quedó otra que esperar pacientemente hasta que llegaron los amigos con los que compartiría tan estupendo fin de semana, rutas varias, comilonas, momentos especiales, y por supuesto la espera hasta que averiguáramos cómo coño entrar en el camping…!! Je, je, je…

Por suerte en el camping había inquilinos que no sólo se pusieron en contacto con Carlos -que nos atendió telefónicamente y nos sugirió un sitio para ir a comer-, si no que nos abrieron las puertas y nos dieron la llave de la habitación. Para que –por fin- pudiéramos tomar posesión, descargar las burras, refrescarnos… y empezar el emocionante fin de semana que nos las prometía muy felices…!! Pues de momento, tras dos semanas con funestas predicciones de lluvia por doquier… no habíamos pillado ni una gota!

 

Y llegó la hora de arrancar la primera ruta…!! Corta, pues era sólo para ir a comer a un restaurante -recomendado por Carlos- en Villalangua. Que se encuentra a veinte kilómetros del camping.

Salimos por una carreterilla de curvas suaves y tranquilas… pero como no teníamos prisa y nos sobraba tiempo, decidimos dejarnos llevar por la carretera… aprovechando el detalle que el tipo que puso cartel que indicaba el giro hacia el lugar, lo hizo –digamos- un “pelín” justo, y cuando nos dimos cuenta ya nos habíamos pasado del giro… y rodábamos siguiendo el trazado de la carretera, esperando el lugar apropiado para poder dar la vuelta.

Cuando por fin dimos la vuelta y enfilamos en la dirección correcta hasta la puerta del primer garito que vimos, nos dimos de bruces con una nueva realidad: La Posada de Villalangua (que así se llamaba el boliche) estaba esperando la llegada de un grupo numeroso esa misma tarde… y no nos podía dar de comer. Así que nos recomendaron volver sobre nuestros pasos y acudir a “El jabalí”… pero nosotros, que lampábamos por sentarnos a platicar distraídamente mientras nos refrescaban el gaznate unos zumitos de cebada, decidimos quedarnos allí de momento, con la intención de salir más tarde a comer.

Ya en el primer pedido de bebercios nos dimos cuenta que allí nos tratarían bien… ya que nos pusieron –sin pedirlo- unas pataticas, una especie de tortillica… y en los siguientes pedidos, cayeron rollitos de salmón ahumado y ensaladilla rusa, ensalada potente… Bueno, que tanto fue así, que al final el tipo nos ofreció postres y cafelitos, y nos dimos por comidos.

Marchamos de allí agradecidos por el trato, y con la firme promesa de volver otro día y comer de su carta, como es debido, degustando las viandas por las cuales nos enviaron hasta allí… y no pudimos disfrutar.

 

De regreso al camping, éste ya estaba abierto. Ya teníamos compañeros moteros aquí y allá… Y con ellos, el ambiente empezaba a tomar la calidez que echamos de menos por la mañana.

Nos dirigimos a la habitación con la intención de ponernos cómodos y fresquitos... para así luego tirar para el bar a liquidar la cuenta pendiente de la reserva, y echar unos tragos tranquilos en la terraza mientras esperábamos la hora de la cena.

El tema reserva tuvo que esperar… pues eran muchos los que estaban allí haciendo cola por lo mismo. Así que pasamos al siguiente tercio, y armados con vaso de cristal bien sólido… disfrutamos luenga conversa en la terraza colindante al “Red wagon”. Y es que por lo visto en Sabiñánigo había una concentración de BMW (esa marca nada barata que es como si las regalaran en las cajas de galletas) y claro, muchos de los asistentes –a juzgar por el escudito que ostentaban sus monturas- habían decidido establecer su “campamento base particular” en el camping… je, je, je… Diles tontos.

Tras la cena –que disfrutamos  bendecidos por las sabias manos de Carlos-, y la estupenda tarta de chocolate y naranja, que nos cautivó… Decidimos tirar para la habitación. Donde tras sacar la mesa y las sillas al fresquito de la calle, nos dispusimos a degustar las botellitas de Patxaran, Ratafía, y un quesito bueno que trajeron Gorka y Kata, seguir charlando bajo el manto de la noche, y acabar esta acudiendo a la cama tras haber escuchado algún que otro monólogo (YouTube) que nos llevó al sobre con una sonrisa de oreja a oreja.

Dando así por finalizado el primer día… deseosos de empezar el siguiente…!!

El sábado para mí empezó antes que para mis compañeros de habitación, ruta, y fin de semana. Y es que un servidor duerme más bien poquito… se acuesta pronto, y tiende a levantarse más pronto todavía. (Como si fuera un viejete, vaya…)

Así que me pegué una ducha con agua fría –pues no hubo manera que saliera caliente- y salí a patear por el camping, fotografiando los rinconcitos más simpáticos y emblemáticos, y comprobando que yo era el único gilipollas que había decidido levantarse tan temprano. Ya que por el camping no había ni dios…! Je, je, je…

De regreso a la habitación, me di cuenta que la temperatura seguía sin subir… y de hecho, cuando un rato más tarde acudimos al almuerzo y nos lo zampamos en una de las mesas de la terraza… el frío me había calado hasta los huesos. Así que no tardamos en darnos por almorzados… acudiendo a la habitación para vestirnos de moteros y poner rumbo a nuestro nuevo destino: Jaca

Decidimos tirar por la carretera de la derecha… dejándonos llevar por las indicaciones, y poniéndome a mí de Capitán de ruta –que tengo el mismo sentido de la orientación que un viejo zapato- disfrutar de paso de la incertidumbre de si llegaríamos, o no.

Pero es que como yo soy realmente lento en las curvas… lo suyo era llevarme delante. Controlado y vigiladico…

La ruta estuvo muy bien. Tranquila… sin prisas… Aunque a decir verdad, de haberlas tenido no hubiéramos podido correr mucho más. Ya que la carretera se las traía con sus curvas, su baches, su grava… y los carteles que te iban recordando la presencia de estos “extras”.

Cuando llegamos a Jaca, decidimos cruzarla con la excusa de ir buscando un garito para tomar algo. Pero la verdad es que cuando a punto estábamos de salir, justo cuando estábamos parados en un semáforo… Gorka propuso poner rumbo a Canfranc para visitar la estación. Y eso hicimos…

Bueno, cuanto menos, esa era la intención…! Ya que seguimos ruta –capitaneados por este paria que suscribe- y cuando vi la entrada a Canfranc, para allí que fui. Pero no era ese el lugar… ya que la famosa estación se encuentra en “Canfranc Estación”. Es decir, el siguiente pueblo por la misma carretera.

Para allí que fuimos con la idea de realizar la visita… pero fue completamente imposible encontrar un huequecito donde estacionar las burras! Se conoce que se celebraba una carrera de esas que se hacen a pie, sin motor, y echando muchos kilómetros a las suelas…  y era tanta la expectación que despertó, que el pueblo estaba literalmente invadido.

Por decir que incluso comentamos la jugada con una pareja de la Guardia Civil que estaban allí controlando el cotarro… y ni por esas logramos aterrizar…!

Así que dimos media vuelta –después de haber recorrido la travesía dl pueblo como tres o cuatro veces- y decidimos poner rumbo de nuevo a Canfranc. Donde aparcar y localizar una terracita donde refrescarnos, fue todo uno.

Allí mismo decidimos quedarnos a comer. Y si no llega a ser porque le comentamos la jugada al camarero y este tomó nota indicándonos que teníamos que comer dentro… a la hora de la verdad nos hubiéramos quedado sin hacerlo. Ya que el aforo interior (reservas) estaba copado.

Pero claro, nosotros “de alguna manera” también habíamos reservado… Así que pudimos entrar, y saciar el apetito con el menú que ofrecía el restaurante de aquél aparta-hotel. Un menú muy rico –la verdad-, pero un pelín bastante justo de cantidades… (sic)

 

Saliendo de allí… Gorka y Kata iban delante hasta que paramos en una gasolinera donde llenaron el depósito hambriento de su pequeña y preciosa montura, procurándose –además- unas barras de pan para –en la recena de la noche- probar una crema de queso que habían traído. Queso de ese que pica… je, je, je…

Luego ya, saliendo de la gasolinera volví a recuperar mi posición de Capitán, con el GPS conectado, musiquita en los cascos, y la sana intención de regresar dando un rodeo por Sabiñánigo… y ahorrarnos la carreterilla de los baches, las curvas, y la gravilla. Pero no fue así…

Sin saber bien el porqué… el GPS decidió por su propia cuenta y riesgo cambiar la ruta y devolvernos al camping por la ruta de la ida. Pero a pesar que tuvimos ocasión de doblegar su voluntad en un semáforo que pillamos en rojo… decidimos dejar las cosas como estaban y volver por ese camino.  Volviendo a sortear –comernos, en realidad- todos y cada unos de los baches que nos encontramos, y así comprobar cuan rígida llevábamos la suspensión.

La ruta hasta el camping, pues, fue calcada al la ruta de ida... solo que un pelín más ligera, y con el avistamiento –simpático donde los haya- de tres “bambis” que nos vigilaban desde el final de una recta, hasta que se escondieron saltando graciosamente.

 

A la llegada repetimos lo de la tarde del día anterior. Es decir, nos fuimos a refrescar a la habitación y tras ponernos cómodos... acudimos al bar para echar unas birras

La verdad es que se estaba muy bien, Muy buena temperatura, una compañía espectacular, muy buen humor, y –sí es cierto- un poquito de mal olor. Ya que se conoce que teníamos una mofeta entre nosotros, y no nos habíamos percatado. (Pero este es un tema en el que no merece profundizar, por el bien de la salud mental del lector...)

 

Cuando llegó la hora de la cena, acudimos al comedor donde pudimos disfrutar nuevamente de las maestras manos de Carlos. Si bien es cierto que esta vez había mucha más gente el día anterior... y bastante más escandalosa . Por lo que no tardamos en marchar una vez dimos por finiquitado el postre... y con él la cena.

 

Por tanto... regresamos a la habitación y volvimos a sacar la mesa y las sillas al exterior, con la sana intención de pasar una velada fresquita y graciosa. Degustando la famosa crema de queso, terminando las existencias de licores varios, y echando unas cachondas partidas al Rummikub. Juego que o mucho me equivoco... o se va a convertir en compañero fijo en nuestros futuros encuentros de fin de semana...!!

La velada –que no sólo fue muy agradable, sino que también fue muy divertida- se alargó algo más de lo previsto y acabamos metiéndolos en los sobres pasadas las tres de la madrugada. Entre risas incontrolables... de esas contagiosas que uno no puede evitar. Y que cuando consigue calmarlas... con sólo con oír que al otro le entra de nuevo la risa, no puede evitar descojonarse allí mismo, con su dolor de quijada y barriga, falta de aire, y lágrimas en los ojos...!! Je, je, je...

Una risa que yo personalmente, hacía mucho, pero que mucho tiempo –años- que no disfrutaba...

 

La mañana del domingo la arrancamos algo más tarde de lo previsto, y tras comprobar que seguía sin haber agua caliente en las duchas... decidimos posponer esas duchas hasta llegar a cada uno a su casa. Ya que ninguno quería repetir la experiencia de la mañana anterior...

Fuimos al bar y tras prepararnos el almuerzo, nos fuimos a la mesa de costumbre para disfrutarlo saboreando los que creímos que serían los últimos momentos compartidos. Qué equivocados estábamos...!!

De regreso a la habitación, acabamos de preparar los trastos, montamos las motos, y decidimos que en el bar –tras dejar la llave- nos tomaríamos algo más para despedirnos como es debido…

Pero como suele suceder cuando una está en buena compañía, el tiempo pasa que no te das ni cuenta. Y en este caso fue literalmente así… Ni tópico, ni típico… Totalmente literal: Nos sentamos poco después de las once de la mañana… y cuando se nos ocurrió mirar de nuevo el reloj, estábamos ya cerca de las tres de la tarde y no habíamos comido…! Menuda ida de olla… je, je, je… Y lo peor, es que en el restaurante los podía comer, ya que tenían todas las reservas hechas y estaba el comedor lleno. Por lo cual decidimos arrancar ruta juntos de nuevo e ir a buscar un garito dónde saciar nuestro apetito.

 

La ruta la arrancamos por el mismo sitio por el que fuimos el viernes, sólo que esta vez doblamos hacia el pantano de la Peña para proba en “El jabalí”, pero estaba cerrado. Así que reprendimos ruta con la firme intención de parar allá dónde viésemos un garito abierto… y esto no sucedió hasta Murillo de Gállego. Donde dimos con uno abierto… que si bien no era un restaurante, tampoco es que fuera un bar. Era una escuela de Rafting y Kayak, donde servían comida precocinada, que calentaban en un horno, bebidas frescas, y helados.

Suficiente para lo que nosotros necesitamos… así que eso yantamos disfrutando de nuestra propia –y excelente- compañía hasta que llegó el momento irremediable de la despedida.

Cuando tras volver a arrancar los motores de nuestras respectivas… nos dispusimos a darnos los besos y abrazos de rigor, que en esta ocasión fueron especialmente dolorosos. Ya que habíamos pasado un fin de semana muy especial, después de muchísimo tiempo sin vivir uno semejante…!

Porque es un placer conectar y disfrutar así de la compañía, de la complicidad, del saber disfrutar de una conversación tonta que se alarga por horas… sólo por el placer de compartir ese momento especial…

Así que con todo el dolor del corazón, nos despedimos prometiéndonos volver a vernos bien pronto, y poniendo nuestras respectivas proas en direcciones antagónicas:

Los amigos de la Fazer, se dirigirían a Iruña… mientras mi menda lerenda y su Deauville tiraríamos para el Montseny.

 

La ruta de regreso fue bastante tranquila. A mi paso por Ayerbe llené el depósito con la intención de no volver a parar otra vez… pero no fue así.

En Huesca pillé la A-22 que me llevaría hacia Lleida. Y antes de llegar… tuve que parar un momento para estirar las piernas y recordar a mis rodillas su función, dando cuatro pasos alrededor de mi pequeña…

Momento que aproveché para saludar a Gorka, que me comunicaba que ya habían llegado, y lo habían hecho bien…!!

 

Más tarde, bajando por la A2 paré en El Bruc para cambiarme las gafas de sol por las normales… ya que si bien no anochecía todavía, pero el sol estaba ya muy bajo. La luz era cambiante… y mi vista agradeció ver más claro.

No llegué a bajar de mi montura, pero esa pequeña parada me fue muy bien…

 

Y ya desde allí, sí, todo fue del tirón… Empalmé en con la AP7 (que desde el día uno está libre de peajes) y ya no la solté hasta salir a escasamente diez minutos de casa. Llegando justo para ser recibido en los brazos de mi adorable Anna… que me esperaba junto a Ros, abriendo la puerta del garaje justo en el momento en que yo me disponía a bajar de mi pequeña…!!

 

Un broche de oro para una salida muy, pero que muy especial… en muchísimos sentidos…!!

 

Orgulloso de haber podido realizarla… de haberla compartido con Gorka y Kata… de terminarla con tan buen sabor de boca…pero sobretodo, porque va a haber un antes y un después de esta salida, y bien pronto espero encontrarme organizando una nueva escapada de fin de semana para compartirlo con amigos tan especiales…!!

 

Y por cierto!! La mejor prueba de que esta ha sido una salida especial… es precisamente que podáis leer estas líneas. Ya que no escribía crónicas desde diciembre de dos mil diecisiete!!

 

Tras casi cuatro años sin hacerlo, ha sido un verdadero placer plasmar someramente un retrato de la salida que por mucho tiempo, vibrará en mi corazón…!!

 

Muchas gracias por compartirla… y deseando vivir una nueva aventura tan pronto como sea posible!!

 

Oh,yeah…!!

 

 

 

 

 

 

 

dissabte, 28 d’agost del 2021

Dinaret amb en Guillem i la Irene - Les Roquetes

 







diumenge, 22 d’agost del 2021

dissabte, 7 d’agost del 2021

Dinar amb l'Oscar i na Nuri - Ca l'Anna