Por Jaqueton:
Séptimo día del quinto mes del presente año. O sea, hoy. O ayer… dependiendo
del momento en que vuestras mercedes gusten leer la croniquilla que me dispongo
a escribir, plasmando los momentos, los sentimientos, las sensaciones y las
ilusiones experimentadas, durante la salidilla de ésta mañana…
Llevando en nuestras atribuladas espaldas, la escandalosa lacra de tres semanas
sin salir… es fácil imaginar las ganas con que cada uno de nosotros depositaba
su trasero sobre la burra ésta alborada…
Con qué ilusión, arrancaríamos motores… sintiendo bajo nuestros innombrables,
el tintineo rítmico y suave del motor.
La intención era salir un ratillo, para –obviamente- quitarnos el “mono” de
ruta… aprovechando como excusa, el sexto Riverside. Que en ésta ocasión, se
celebraba en la vecina Calafell.
Durante toda la semana, planeaba sobre nuestra salida la negra, húmeda y
pegajosa sombra de la lluvia.
Que según en qué medios se informara uno, era algo seguro. Y en otros, una
remota posibilidad, prácticamente imposible…
Así que no teníamos otra que esperar… y a ver qué pasa. (Como siempre… sics…)
Y llegó la esperada mañana!!
Por fin… el despertador sonó con rabia visigoda, dispuesto a arrancarnos de los
brazos de Morfeo.
Por fin… sonaban –cual si de música celestial se tratara- las alarmas y sirenas
varias, que nos sacarían de la cama para llevarnos al más excitante de los
despertares. Y es que… hoy teníamos ruta!! Por fin…!!!
El único que no vivió estos momentos que describo, fue el compañero Tito. Que
tras cumplir servicio en el parking… empalmaba. Dispuesto a compartir con todos
y sin dormir, la salidilla que nos esperaba…
Personalmente, salté de la piltra como si me hubieran echado un cazo de agua
hirviendo…! Y es que en las noches previas de ruta, mi sueño es ligerito,
ligerito… je, je, je…
En un periquete, lo tuve todo listo.
Cafetín… cigarrillo… visitita al Sr. Roca… y duchita despejante!
Luego… acicalamiento general y genital… y listos! A por la burra!!!
Salí de casa –aprovechando el viaje para tirar la basura-, y me dirigí raudo
hasta el parking. Dispuesto a arrancar a mi pequeña y amorosa burrica… que una
vez más, me tenía que satisfacer como sólo sabe hacerlo ella…
La verdad, es que en mi interior existía la esperanza de que hiciera un solete
majo a media mañana. Y salí de casa en camiseta y chaleco.
Pero las temperaturas no eran nada esperanzadoras… y resolví pasarme por el
coche a pillar del maletero la chupa de verano. (Incómoda y sofocante en días
de sol, pero que hoy me ha hecho un “apaño” de tres pares de cojones…)
Minutos después de que el poderoso cilindro de mi pequeña montura arrancara con
furia, salía del parking para juntarme con Tito. Que tras la noche de curro… se
encontraba en su casa acicalándose como es debido.
Y allí, a eso de las siete y cuarto de la mañana, nos saludamos cortés,
amigable y cariñosamente… resueltos a emprender la rutilla que tenemos desde
Donde está la sede de AMICUS Moto Grupo. Nuestro punto oficial de encuentros… Y
como no, el garito de nuestros buenos amigos Pedro y Victoria:
El Monterrey…!!
Salimos de Sitges… y tras poner nuestras gomas sobre
La verdad es que conforme avanzábamos, el cielo clareaba más y más. Pero aún
así, seguía oscurecido por unas amenazantes nubes que lo cubrían por completo.
Nubes cargadas de agua… y de malos presagios.
Pero en AMICUS somos así… y seguimos pa’lante!! Je, je, je…
Paramos a llenar los metálicos estómagos de nuestras pequeñas, en Canyelles.
Punto típico de parada para estos menesteres…
Y una vez saciada la sed de octanaje, arrancamos de nuevo los motores.
Preparados para recorrer los últimos kilómetros que nos separaban del momento
más emotivo del día:
El reencuentro con los compañeros!
Llegamos a
El bueno de Pitu!!
Que a lomos de su estupenda montura, hasta allí se había desplazado desde el
Plà del Penedès…
Abrazotes cariñosos, y sentidos arrumacos… demostraban sin lugar a dudas las
ganas que teníamos todos de vernos de nuevo.
Poco después, a lomos de su “trueno azul”… y con un casco remodelado y con
gafas retro que nos encandiló a todos, llegaba el amigo K-RloteS…!
Que tras recorrer
Pero no. De momento no llovía… y había que seguir manteniendo la esperanza…!
Je, je, je…
Así que de nuevo, besotes y cariñitos…!! Abrazos y carantoñas… que se hicieron
extensibles pocos minutos después, a Pepe!!!
El inefable amigo de Vilafranca, que llegaba también dispuesto a pasar una
inolvidable mañana…
Ya estábamos todos!! Ya nos habíamos reencontrado… Y ya habíamos echado
–algunos- el típico cigarrote en la calle… je, je, je…
Así que ya nada podía impedir que arrancáramos con el momento más suculento y
esperado de cualquier salida:
El almuerzo…!!
Entramos para dentro del local. Y aunque en la calle ya habíamos saludado a
Pedro… dentro saludamos como se merece, a su encantadora esposa Victoria.
Dos buenos amigos, que siempre es un placer visitar…
Y un placer, en el sentido más amplio y literal de la palabra…! Porque lo que
sirven allí amigos míos… es digno de dioses…!!
Pedazo de suculentos bocadillos que preparan…! Ricos, y jugosos!!
Tomamos asiento… y Pedro tomó nota.
El bueno de K-RloteS estaba en el baño… con lo cual, sólo pedimos Pitu, Pepe,
Tito, y yo.
Más cuando salió… ni corto ni perezoso se fue hasta la barra, a pedir “in situ”
la pitanza de sus desvelos.
Y menuda pitanza!
Un platico con un par de huevos, y un pinchito… que cuando lo vimos se nos
saltaban las lágrimas a todos…!! Je, je, je…
Qué rico estaba todo!! Y qué bien que lo pasamos!!!
Allí sentados, comiendo sin prisa… Charlando alegremente… Disfrutamos del
placer que supone alimentar el cuerpo y el alma.
El primero… con las exquisiteces de nuestros anfitriones. Y el segundo -como es
lógico-, con la compañía y el cariño de los amigos…
Aunque aquí hay que decir que no estábamos todos, y echamos de menos –y mucho-
a más de tres…
Cuando llegó la hora de los cafés -de los que tomó nota un atento Pedro-, nos
obsequiaron con unos dulces y recién hechos cuernecillos en forma de croissant…
que hicieron las delicias de los más golosos de la mesa.
Pero ni los cuernecillos, ni el azúcar, pudieron con las ansias de salir a la
calle a fumetear después del almuerzo… Y eso es precisamente lo que hicimos,
acompañados por los abnegados compañeros no-fumadores….
Salimos para fuera… donde pudimos observar que si bien unos minutos antes -y
desde el interior-, “parecía” que el solete quería salir… ya no era así.
El cielo aparecía capoteado como toda la mañana, y no había indicio alguno de
que fuera a mejor.
Así que decidimos saciar el nicotínico apetito… Y tras liquidar la cuenta,
prepararnos para la marcha que nos tenía preparada nuestro Capitán de Ruta…!
Que ya iba siendo hora de tirar para Calafell… Y como decimos en Catalunya, y
nunca mejor dicho… “és tard, i vol ploure…!”
Montamos en las burras, y tras montar el grupete de ruta… salimos raudos a la
carretera.
Concretamente, nuestra vieja amiga N340.
No habríamos recorrido más de cinco o seis kilómetros, cuando unas acojonadotas
gotas empezaron a caer encima de nosotros.
Pero por fortuna, no pasó de ahí… Como suele decirse, “la sangre no llegó al
río”, y tal como empezaron a caer… desaparecieron.
Sin haber mojado apenas la carretera… cuya humedad duró menos que el recuerdo
de esas gotas.
El compañero Tito tenía pensado llevarnos a Calafell bajando por la carretera
del pantano hasta Vilanova… Donde pillaríamos la variante dirección Cubelles.
Así pues, al llegar a L’Arboç… viramos a babor. Tiramos para Castellet… Y
empezamos el descenso sinuoso y tranquilo, de una de las carreteras que más
quiero.
Una tras otra, las curvitas desaparecían bajo nuestros cauchos, entre pinos y
aromas forestales… Observando el paisaje, el pantano, los pescadores, y más de
cuatro moteros y ciclistas.
Y de este modo, poco a poco, sin prisa y sin pausa… descendíamos a casi nivel
del mar, para luego –llegando a L’Habana Xica-, emprender rutilla
pseudo-urbana… cruzando Cubelles, Segur, Cunit… y llegando así, a Calafell.
Seguros y tranquilos… Y muy satisfechos de haber llegado sin mojarnos…! Je, je,
je…
Una vez en la localidad de destino, ya sólo era menester encontrar la ubicación
del Riverside 6.
Pero no encontramos cartel indicativo alguno… y tuvimos que recurrir al
socorrido “truco” de preguntarle a alguien.
Tito preguntó… y asunto arreglado.
Tras descubrir el descampado de entrada al evento… aparcamos nuestras niñas
bajo unos pinos. Y de ese modo pudimos decir que –por fin- habíamos llegado a
nuestro destino…!! Ole!!!
La verdad es que el evento no aparentaba estar muy concurrido.
Serían algo más de las diez y veinte de la mañana… El cielo estaba capotado… Y
la verdad es que no dejaba de ser lógico que no hubiera mucha, mucha gente.
Pero bueno. Para nosotros tanto mejor… Pues más tranquilamente visitaríamos
así, el pedazo de exposición que nos aguardaba dentro…! Je, je, je…
Como digo, aparcamos las burricas bajo unos pinos… Luego, atamos los cascos. Y
antes de entrar, tuvimos el placer de ver llegar una pedazo de transformación a
Café Racer, de una Yamaha Diversion! Qué pasada de burra…!! Con un aire “Joe
Bar Team” que echaba de espaldas…!
Pero no iba a ser el único placer que sentiríamos antes de entrar.. No…
Pues en las mismas puertas del recinto, había aparcados unos cuantos bugas… a
modo de aperitivo de lo que veríamos dentro.
Y que no hicieron sino despertar nuestros cataplines, con un suave cimbreo
emocional de los mismos, al contemplarlos.
Y es que… cualquiera que contemple un pedazo de Ford Mustang como el que allí
había, y no le haga la pichilla ”un gesto”… es que está ciego, o no le corre
sangre por la venas…!
Por no hablar del Hot Rod rollo Rat, que había al lado!
Con cambio de marchas kilométrico… con puño americano… Asientos de tiras, y una
lata cutre-salchichera de apoyo al radiador!
Pintura inexistente –salvo en los faros-, donde unos “pinstriping” –creo que se
llaman así-, testimoniaban que el estado aparentemente desolador del vehículo,
era algo voluntario. Respondiendo fielmente al estilo que le quiso dar su
dueño…
Un Ford Capri… Otro Mustang… Un par más de coches yankees de los cincuenta…
Eran, como dije, el “aperitivo”.
El “entrante”…
El canapé de atún y queso tierno con orégano y olivilla, que nos abriría el
apetito para el pedazo de banquete que nos íbamos a pegar con solo cruzar las
puertas de entrada al recinto…!
Así pues… vamos para allá!!
Entramos… y se nos cayeron las pelotillas ruidosamente por el suelo enmoquetado
del pabellón, al contemplar con nuestros ojitos que se han de comer la tierra…
el magnífico espectáculo ofrecido por el Riverside!!
Tito, de la emoción, no tuvo más remedio que ir al baño a cambiarle el agua a
las olivas… je, je, je…
Y el resto, le esperamos para –todos juntos y en grupo- emprender el recorrido
que haríamos por todo el recinto, cámara en ristre, observando detenidamente y
uno por uno, todos los vehículos que allí había expuestos.
Así que una vez estuvimos todos… nada… A recorrer se ha dicho…!!
Menos mal que la moqueta era absorbente que te cagas… Porque sino, de las
mismas babas que soltábamos… más de uno se hubiera partido la crisma…!
Y es que no era para menos!
Hot Rods, con modelos de casi cualquier década de la primera mitad del siglo
pasado…
Kilométricos coches americanos, que uno sólo ve en las películas… o en sus
sueños más húmedos.
Enormísimas camionetas pick-up, que bien podrían ser cualquiera de las que el
Sr. Niyagi le hizo pulir a “Dani San”, con su ya clásico “poner cera – quitar
cera”…
Motos… sin gas! Ja, ja, ja… Pitu y yo todavía nos preguntamos cómo coño se
aceleran esas motos que no tienen puño de gas!! Pues en los pies sólo se
adivinaban los típicos pedales de freno… y de cambio…
Un Volkswagen, con un motor impoluto! Con unas llantas brillantes, que
obligaban a ponerse las gafas de sol… Y una chapa comida por el óxido.
Vehículos totalmente reformados… Imponentes. Gigantes!!
Otros, a medio reformar o restaurar… pero que no dejaban por ello de ser
auténtica y totalmente impresionantes…!
Una furgo “Westfalia”, rollo hippie… que quitaba el sentío!
Pinstriping, en vehículos y carrocerías. En tablas de skate, cuadros... y hasta
en una tapa de water!! Je, je, je…
Más Hot Rods... realizados con el mítico Ford T…!!
Tropecientos Chevrolets, un huevo de Fords, y no sé cuantos más, de montones de
marcas total o prácticamente desconocidas aquí:
Buick, Pontiac, Plymouth…
Motores cromados, limpios, impolutos…! Verdaderas maravillas, que debe dar
hasta pena arrancar…
Motos transformadas… Imposibles!
Un verdadero gozo visual, que a cada paso sorprendía y emocionaba…
Y si todo esto fuera poco; colindante al pabellón… un nuevo recinto con joyas
indescriptibles, y montones de tiendas donde comprar prácticamente cualquier
producto relacionado con éste estilo…
Merchandising del bueno, y a muy buen precio…!
Allí pudimos ver una pick-up verde, con pestañas en los faros, que arrastraba
las tripas por el suelo… esperando que el hidráulico la levante antes de
emprender la marcha al rugir su potente motor...
Un Chevrolet anguloso y fantástico… que era imposible contemplar sin imaginarse
uno mismo al volante, recorriendo cualquier carretera…!
Una Indian!! Increíble…!!
Vamos, que es imposible enumerar cuánto vimos. Y aún más difícil, describir lo
que sentimos…
Yo mismo -y sin ir más lejos-, eché cerca de doscientas fotos…! Je, je, je…
Porque… no nos engañemos. Todo lo que huela -ni que sea remotamente- a
gasolina… nos pone.
Y allí, en aquél templo descomunal del vicio en centímetros cúbicos y chapa…
Con neumáticos bicolores, y parachoques cromados… Andábamos, que no nos tocaban
los pies en el suelo…!
Salimos de ese segundo recinto, donde el amigo Pitu se agenció unas molonas
gafas rollo espejo por seis eurillos… y fuimos a parar al aire libre!
Momento pitillín… mientras contemplábamos más tenderetes. Alguna que otra moto…
Y cascos espectaculares…!
Pero… eso nos recordó el estado del tiempo.
Bueno, eso… y que nos cayeron cuatro gotas rozando, que si nos pillan, nos
bañan!
Así que no tardamos en decidir llegado ya el momento de emigrar… y pirarse a
tomar algo antes de finalizar la ruta.
Con lo cual… fuimos echando fotos –y algún que otro video- hasta la puerta de
salida… donde contemplamos por última vez los vehículos que allí había para
recibir a los nuevos visitantes.
Saludamos y felicitamos al orgulloso propietario de una Harley anaranjada, con
silla de montar por asiento… Y nos pusimos manos a la obra en cuanto a cascos y
guantes se refiere… preparándonos para la inminente partida.
Arrancamos motores, y salimos de Calafell en busca de la carretera. Y una vez
en ella, pusimos proa a nuestro siguiente destino:
Cubelles.
Y es que habíamos decidido echar la cervezuela de fin de ruta en el Hollister.
Local que fue reinaugurado hace unos meses… y al que no íbamos –por lo menos-
desde hacía un año.
Llegamos, pedimos las cervecillas… y nos obsequiaron con unas olivillas y unos
pinchos de tortilla, que sabían a gloria…!
Y allí, de pie, y en la terracita… disfrutamos someramente de la conversación y
el cachondeo.
Allí… pasamos un ratico la mar de agradable, pensando en acudir más de una vez
a tan especial local.
Allí… nos hicimos “pajillas mentales”, hablando de futuras y apetecibles
salidas…
Pero allí también, nos dimos cuenta de la hora. Que Tito iba sin dormir. Que yo
tenía que currar esa tarde. Que a Pepe le esperaban… Y que no nos podíamos
“columpiar” demasiado.
Así pues, en ese punto, dimos por finalizada la “parada de avituallamiento”… y
nos organizamos de nuevo para la inmediata y definitiva partida.
Avituallamiento que dicho sea de paso… no pudimos pagar. Pues el compañero Pepe
–otra vez- se adelantó, y nos invitó…
Muchas gracias compañero!!
A todo esto, y antes de montar en las burricas… nos despedimos concienzuda y
cariñosamente, pues saliendo de allí, ya no pararíamos.
Salimos… cruzamos Cubelles… Y llegando a Vilanova –en la salida de la variante
a
Hasta la próxima, compañeros!!!
K-RloteS, que hasta pasado Cubelles no tenía claro si tirar por Vilafranca… o
por Sitges, decidió que la segunda opción era más corta. Y siguió ruta con Tito
y conmigo, hasta el turístico pueblecito costero…
Y una vez en él, en la segunda rotonda según se entra desde la salida “Sitges
centre” de
Buen viaje compañero!! Si el tiempo no lo impide, nos veremos mañana…!!
Y Tito, y éste que os habla… llegamos juntos –que no revueltos-, al parking
donde pernoctan nuestras respectivas, cariñosas, y dulces monturas… Dejándolas
descansar… y partiendo cada cual a su casa, después de despedirnos con un
sentido abrazo.
Felices… Satisfechos… Y sobretodo, muy emocionados por la especial salida
compartida.
Por los buenos momentos vividos con los amigos…
Y por supuesto, agradecidos al Gran Manitou por no habernos “machacado”…
mostrando la clemencia de un dios, impidiendo que nos pillara la lluvia, que
arrancó media horilla más tarde…
Ahora sólo falta que para mañana el tiempo acompañe, y podamos ir –como es
debido- a
A ver si hay suerte! Oh, yeah…!!!
NaClu2!!!
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