






Por Jaqueton:
Prólogo.
Este año, en noviembre… tuvimos el inmensísimo placer de quitarnos una
espinita, que desde el año pasado llevábamos clavada en el fondo de nuestros
corazones bicilíndricos…!!
Una espinita dolorosa… que nada más clavarse, ya nos comprometimos a
arrancarnos cuanto antes…
Y es que el año pasado, por diferentes motivos… todos –salvo los amigos Barón y
Baronesa-, nos fuimos cayendo de la lista para ir a La Cipotegato... Y éste…
teníamos bien claro que –como suele decirse- aunque cayesen chuzos de punta.
Íbamos a ir…!
Lo que no sabíamos… era que los “chuzos de punta” iban a estar muy cerca de caer…
je, je, je… Pues cuando llegaron las fechas de La Cipotegato, llevábamos más de
un mes –desde la “salida mojadita” del veintinueve de septiembre- saliendo con
lluvia, o con grandes posibilidades de mojarnos…
Y esa salida, no iba a ser menos. Para nada…!
El tres de noviembre de dos mil doce… teníamos –pues- una cita con la
carretera, que pasaría a la historia de AMICUS, como la salida más kilometrera
realizada hasta la fecha…!!
Ya que hasta entonces… lo más lejos que habíamos ido, era a Perros del Ebro.
En Pina de Ebro…
Y el kilometraje –saliendo desde Vilafranca- rondaba –palmo más, palmo menos…-
los cuatrocientos ochenta y cinco kilómetros en dos días.
Pero para Tarazona… -saliendo también desde Vilafranca- ésta vez se iba a
acercar a los setecientos cincuenta…!!
Así que iba a ser menester llevar los culetes bien curtidos… para poder
saborear –y disfrutar- tan tremenda ruta…!
La idea primigenia –contando con la posibilidad de que vinieran compañeros con
motos de ciento veinticinco centímetros cúbicos-, era salir a las cinco de la
mañana desde Mare Ràfols… y seguir ruta por Valls, Montblanc, Les Borges
Blanques…
…ahorrándonos así, recorrer la A2 -en sentido ascendente…- con motos que –para
mantener un ritmo mínimo- tendrían que ir bastante forzadas.
Amén que al ser subida… la media de velocidad sería –a todas luces-
insuficiente.
Pero como a una semana escasa de la salida, no había en la lista ni una sola
ciento veinticinco… decidimos cambiar el horario.
Y así, salir a las seis de Mare Ràfols…
…pero mantener la ruta por tierras tarraconenses. Usando carreteras más
reviradas y divertidas, que la autovía que habitualmente pillamos en Igualada.
De éste modo… ganaríamos una hora de sueño. Pero seguiríamos disfrutando de una
ruta menos monótona que la autovía…
Capítulo 1.
La ida.
Y llegó la mañanuela de marras!!
Después de una noche dormida a toda mecha… el despertador sonó como si de un
coro angelical de campanillas y arpas se tratara…! Je, je, je… Y éste que os
habla, saltó de la piltra dando volteretas en el aire… y de un suspiro, se
metió en el excusado a… bueno. Se metió en el excusado. Dejémoslo ahí…
Luego, cafetín en ristre… y pitillico, a dar los buenos días en el foro!!
Eran casi las tres y veinte de la madrugada… y por lo que podíamos ver en
MeteoSat, Meteocat, y eltiempo.es… tendríamos una ruta húmeda, sí. Y en algún
momento del fin de semana, seguro que nos mojaríamos…
Pero ciertamente, durante toda la semana previa a la ruta… las predicciones,
más que “evolucionar”, habían ido cambiando de forma totalmente anárquica y
caprichosa. Con lo cual… nadie podía estar seguro de nada.
Ahora llovía el sábado… otrora el domingo… Más tarde los dos días, o ninguno…
Así pues… saldríamos con los pantalones de lluvia puestos, y el resto de la
ropa de agua bien a mano. Por si acaso…
Aunque a priori, los vaticinios para el sábado, eran bastante halagüeños.
A las cinco y media –poco más o menos- Totina y Guillermina despertaban sus
cilindros en el parking de Plaça d’Espanya, en Sitges.
Minutos después… -una vez estuvieron los pistones, y el aceite calentitos-, sus
intrépidos jinetes, Tito y mi menda lerenda… las montaban ilusionados,
enfilando la cuesta de la salida del parking… oteando la aventura que justo
amanecía en el horizonte de la recién estrenada salida…!
Y es que… pocas emociones motero-ruteras pueden compararse, a la emoción de
arrancar motores y salir… en pos de una salida de fin de semana…!!!
Qué ilusión…!!!
Qué ansia por salir!!!
Salimos pues… siguiendo la acostumbrada ruta a la capital de l’Alt Penedès. Sólo
que ésta vez… ni paramos a llenar depósitos, ni enfilamos para la Sede.
Eran las seis menos diez de la mañana, y entrábamos sonrientes y emocionados,
en el apartadero de Mare Ràfols. Donde ya nos esperaba el sonriente Pitu… y
donde nos encontraríamos –unos minutos más tarde- con los señores de Barón:
Emi y Rosa… y su impresionante Deauville…!
Besitos y arrumacos… cariñitos y carantoñas dulces…
Deseándonos unos a otros, los buenos días noctámbulos de salidas como esa. Que
amanece en la ruta… y todos juntos somos testigos del momento más mágico del
día –después del ocaso.
Y así, a las seis de la mañana, con puntualidad Británica… salíamos de
Vilafranca…!
Acababa de arrancar –oficialmente-, la salida!!!
Tiramos por la N-340… hasta el desvío a la carretera vieja de Valls. Y por
allí… enfilamos dicha carretera –que hay que decir, han arreglado
recientemente-, y las primeras gotas de lluvia vinieron a saludarnos
someramente.
Qué gracia!! Cuando apenas llevábamos recorridos, treinta kilómetros mal
contados…!
Pero afortunadamente, no fue más que una bromita simpática de nuestro buen
amigo Gran Manitou… que con ello nos quería advertir que no nos confiásemos
demasiado.
Pues tal como estaba el tiempo… en cualquier momento nos podía sorprender con
lluvia, chaparrón, o tormenta.
Pero vamos… como suele decirse:
La situación podrá ser crítica, pero nunca será desesperada…! Je, je, je…
Así que sin inmutarnos demasiado… dejamos que las gotas desaparecieran de
nuestras pantallas… y seguimos la rutilla de forma tranquilota, y a muy buen
ritmo.
De noche… todos los gatos son pardos. Y es menester mantener la calma… y rutear
sin prisas. Y si además está el firme mojado… con más razón.
Pasamos La Papiola, Albinyana… y dejamos atrás La Bisbal, y Rodonyà.
Y justo pasar Alió… en la primera rotonda que hay antes de llegar a Valls…
realizamos la primera paradica…!
Pues habíamos llegado –casi sobre el horario previsto- al punto de encuentro
con Daelin…!!
Nuevo compañero de viaje… y con quien completaríamos el grupete de ruta…!
Metimos las motos en un cachillo de campo aledaño… y prácticamente antes que
prendiéramos el primer pitillo, ya teníamos a nuestro amigo allí…!
Con su soberbia VN900… a la que recientemente le había cambiado las gomas, y
adaptado un manillar más alto.
Qué bonita estampa!! Totina, Pitufina, Guillermina… Deauville, y la Vulcan!!
Tres mil ochocientos cincuenta centímetros cúbicos de pasión, alegría, y la más
pura emoción…!!!
Besitos, abrazotes, y arrumacos… para saludar al recién llegado –y querido-
Daelin, y fotillos de rigor, para inmortalizar el momento.
Y tras la concisa parada –para mantener el curso del horario en firme- salimos.
Ésta vez… capitaneados por el amigo de Vilallonga del Camp... Que nos llevaría
-a través de Valls-, a buscar Picamoixons y La Riba.
Y así… llegar a Montblanc, ahorrándonos –a esa hora de la mañana- pasar El Coll
de l’Illa.
Se comentó en la parada, eso sí… parar en Montblanc para echar un cafetín. Pero
no hubo tal parada, porque –la verdad- llevábamos una ruta bastante ordenada. Y
quisimos minimizar toda parada… para asegurarnos llegar a Tarazona a una hora
prudente, que nos permitiera comer en la misma concentración.
Así que nuestro amigo Daelin… que “jugaba en casa”, y se conocía las
carreterillas al dedillo… nos llevó a un ritmo –digamos- más que suficiente,
hacia L’Espluga de Francolí, Vimbodí, Vinaixa, Les Borges Blanques…
…y justito antes de llegar a Juneda, realizamos la primera paradica “de
avituallamiento”. Donde tomamos cafelotes… y nos calentamos por dentro, al
tiempo que comentábamos la jugada… y la inmensa suerte de no haber vuelto a
ver, una sola gota de lluvia…
Ya era de día. No llevábamos ni la mitad del recorrido realizado… pero
realmente, a esas horas, eso no importaba.
Lo único que importaba era estar allí… y disfrutar –como lo hicimos- de la
ruta, del paisaje, y del ambiente cachondón que llevábamos.
El Gran Manitou se estaba comportando mejor de lo esperado… y si bien es cierto
que pasamos zonas en las que se notaba que había llovido, no es menos cierto
que ni nos mojamos… ni –como se verá en las próximas líneas- llegamos a
mojarnos en toda la ruta de ida.
Una vez cafeteados… preparamos de nuevo el grupo de ruta, que salió poniendo
rumbo a Lleida.
Ciudad que circunvalamos… al tiempo que realizábamos la primera de las tres
paradas reposteras que realizaríamos en todo el viaje.
Concretamente, en Alcoletge. Donde todos –siguiendo uno de los principales
puntales de nuestro particular “código vial”- llenamos depósitos, de forma
ordenada…
Y luego… salimos de allí, pisando someramente la A2, que en nada –justo pasar
Fraga- se convertiría en la antigua NII. Carretera que usamos cada vez que
vamos a Perros… y recorrido que –inevitablemente- nos hizo rememorar aquellas
salidas de otros años.
Pasamos la cuesta de Fraga… el escalón –aunque yo no lo noté- de Candasnos…
Tiramos para Bujaraloz.
Luego, pasamos de largo Pina de Ebro. Y en Alfajarín –poco después de Nuez de
Ebro- decidimos parar a almorzar.
Y lo hicimos en un garito –de cuyo nombre, no puedo acordarme-, donde nos
atendió una… mmm… no sé cómo decirlo…
Pero bueno, las cosas hay que llamarlas por su nombre no…? Pues nada. Allá que
voy… je, je, je…
Donde nos atendió una estúpida camarera, que tenía la gracia en el mismo sitio
que las avispas…!
En el mismísimo culo…!!
Qué mujer más majadera, simple, y mentecata!! Cómo puede ser que en lugares
donde se está constantemente tratando con la gente… encontremos a ejemplares
como ese, que –a todas luces- pueden servir para cualquier cosa, menos para
tratar con clientes…?
O era su primer día… o era la dueña –cosa que dudo-, o bien tiene cualidades
ocultas… que sólo su jefe conoce.
Pero el caso es que atender, lo que se dice atender, lo hacía de puta pena…
En fin… Esa fue la nota negativa del viaje de ida, y la verdad es que la
capeamos mejor que bien.
Sudando de ella como de comer mierda… y dedicándonos a lo nuestro, que era
pasarlo bien… y llenar la panza…!! Que a esa hora –casi las once de la mañana-,
ya reclamaba su ración de almuerzo… je, je, je..
Los que llevábamos bocata, pedimos bebercio… y los que no, pidieron el kit
entero. Y allí almorzamos tan ricamente… mientras respondíamos a los whatsapp
del resto de la colla, que estuvieron pendientes del transcurso de todo el
viaje…!
Desde aquí… muchas gracias a todos, companys…!!!
Una vez debidamente almorzados… regresamos a las burricas. Donde formamos
nuevamente el grupo de ruta… dispuestos a emprender el último tramo de la ruta
de ida…!
Con un Barón Negro en la capitanía del grupo, que nos haría de Cicerone. No
sólo en la ruta… si no en Tarazona, en La Cipotegato, y donde hiciera falta…!
Je, je, je…
Salimos del bar de marras… cruzando la tienda que hay al lado. Y una vez en las
motos… echamos el típico pitillo post-almuerzo, mientras nos preparábamos para
el fin de la rutilla.
Salimos… y directamente –pues estábamos ya muy cerca de ella- pasamos de largo
Zaragoza.
Bueno. A decir verdad… ni nos enteramos que la dejábamos atrás… pero cuando nos
dimos cuenta, ya estábamos poniendo proas a Utebo, Casetas, Marlofa, y Alagón.
Les siguió Figueruelas… Els Cabezo, Magallón… Y entrando en El Campo de Borja,
ya nos dimos cuenta que prácticamente habíamos llegado…!
Por esas tierras, fue donde por primera vez en todo el viaje… el tiempo nos
tocó “un poquito” los pirindolos. Y es que son tierras de mucho viento…!!
Prueba de ello… los centenares de molinos que uno puede ver, plagando por todas
partes...
Pero vamos, nada del otro mundo… que un motero con ganas de disfrutar –como
somos nosotros- no afronte con gallardía y valor...! Je, je, je…
Pasamos Borja… y antes de que nos diéramos cuenta, pudimos ver –orgullosos y
emocionados- como ante nuestros ojos aparecía un cartel que rezaba:
Tarazona…!!
Anunciándonos que habíamos llegado… y que podíamos dar por terminada la ruta de
ida…!! Ole, ole, y ole…!!!
Y sin mojarnos…!
Que fue realmente una suerte tremenda!! Ya que pasamos por zonas… donde
prácticamente podíamos decir –por el aspecto del asfalto- que o bien acababa de
llover…
…o bien acaba de parar un autocar de abuelos, con problemas de vejiga…! Je, je,
je…
Pero si. Sea como fuere… hemos de estar inmensamente agradecidos al Gran
Manitou, por la excepcional ruta que nos permitió disfrutar, en un día en que
las lluvias eran una clara amenaza…
Pero bueno…!! El caso es que llegamos…!
Y con qué gustazo –después de seguir a Barón Negro hasta el parking del
recinto- nos bajamos de las burras… nos quitamos el pantalón de agua… y
anunciamos en el whatsapp del grupo, nuestra proeza…!!!
Eran las doce y cuarenta y siete del mediodía… En el marcador de Guillermina,
que arrancaba desde cero en Sitges, marcaba trescientos noventa y cuatro
kilómetros, con cuatrocientos metros.
Cerca de siete horas de ruta de ida… que ahora tendrían su premio!!
Pues…
…ya habíamos llegado a La Cipotegato…!! Y ya sólo restaba disfrutar del
encuentro, de la forma más alegre posible…!! Yuju…!!!!
Capítulo 2.
La llegada.
Lo primero que hicimos –después de felicitarnos mutuamente por la espléndida
proeza-, fue echar un pitillo… mientras Emi y Rosa nos llevaban para el
pabellón donde nos inscribiríamos.
Antes, eso sí… nos presentaron a Ángel y Encarna. De Moto Club El Racimo… que
nos acompañarían a lo largo de toda la estancia… y con quienes compartiríamos
muchos, y muy gratos momentos…!
Ellos acababan de inscribirse justo en esos momentos. Y gracias a ellos,
pudimos ver que la inscripción bien merecía la pena… Pues demostraba a ciencia
cierta, lo que en las posteriores horas podríamos comprobar:
La organización de La Cipotegato, es una pasada…!!
Las Ratas del Queiles –que así se llaman el grupo anfitrión que la organiza- un
grupazo de tomo y lomo…!!
E incluso me atrevería a decir –a pesar de mi poca experiencia en
concentraciones como esa- que –por lo que comentaba la gente- es una de las
concentraciones en la que se come mejor… y en la que más bien gastados están
los buenos duros que cuesta la inscripción.
Y hoy, con la perspectiva del recuerdo… he de decir que es rotundamente
cierto…!
Pues… vayamos por partes:
La inscripción valía 35 €. (30… si se hacía desde la web, con antelación…)
Y esos 35 €… te daban derecho a…
…cenar el viernes.
Almorzar, comer, y cenar, el sábado…
Y almorzar el domingo.
Aparte… te daba derecho a pernoctar –dejando la moto en un espacio vigilado-,
en el pabellón preparado a tal efecto… con calefacción, baños, duchas, y
vigilancia.
Además… te daban una bolsa con regalos, a saber.
Parche conmemorativo del evento, camiseta de La Cipotegato, caramelos,
bolígrafo, baraja de cartas, mapas de la zona, y publicidades varias…
Ah! Y una pulserita… que te acreditaba como inscrito, para poder entrar en el
recinto preparado para la pitanza. (Tema éste, el del papeo… que ya iremos
comentando –según lleguemos- a lo largo del relato…)
Vamos, que por 35 €… te asegurabas un fin de semana, de putísima madre…!!
Pues también hay que contar con el recinto repleto de tenderetes… el bar… la
fiesta… los stripteases del sábado noche… los sorteos…
Fuah…!! Qué caña de concentra se nos presentaba…!!! Je, je, je…
Justo después de inscribirnos… conocimos –siempre por mediación de los Señores
de Barón- al amigo Tarsi.
Señor –si no recuerdo mal- de Barcelona… cuya madre es de Tarazona. Y que
aprovecha siempre que puede… para escaparse por allí.
Motero también donde los haya… monta una sombra como la mía. E incluso me
comentó cómo hacer que el dos en uno que trae, suene como las tripas del
mismísimo Satán… je, je, je…
Y para más señas, enamorado de la fotografía… como demostraba el pedazo de
cámara que llevaba en ristre, y la cantidad de fotos que nos hizo –en aquél
momento… y a lo largo de todo el evento.
Realmente… no contábamos con mucho tiempo. Pues la comida estaba prevista para
las dos de la tarde.
Con lo cual, después de inscribirnos… era sumamente urgente acudir al pabellón
donde pernoctaríamos, a montar la tienda… dejar los bártulos… Y una vez
adecentados -y aligerados un poco de la ropa rutera…- ya podríamos ir a comer.
Así que nos despedimos de Tarsi… y en la calle, conocimos otro de los
componentes de Las Ratas del Queiles… gran amigo de Barón y Baronesa, y ahora,
nuestro también.
Y que echando el pitillo en la calle con nosotros… no dudó en tirar más de la
mitad del mismo, para llevarnos hasta el pabellón donde dormiríamos, para
enseñarnos las instalaciones… y ayudarnos en todo lo que nos hiciera falta.
Menudo tipo, si señor…!! Un tipazo!!!
Una vez conocidas las instalaciones… Emi y Rosa se fueron para el hostal donde
habían reservado habitación… mientras nosotros nos disponíamos a preparar las
tiendas.
En ésta ocasión, el reparto sería el siguiente:
Tito dormiría con Daelin… y Pitu conmigo.
Así que nos liamos con el montaje de las tiendas… al tiempo que poníamos en
orden sacos, colchones, almohadas… y nos vestíamos un poco más cómodamente.
Vamos, como siempre cuando se llega a una concentra… Sólo que ésta vez, en vez
de montar en un bosque, o descampado… lo hacíamos en un pabellón con
calefacción, que –como veríamos a la semana siguiente- iba a ser nuestra
perdición…! Je, je, je… Porque menudo constipado pillamos Tito, y un servidor!!
Una vez todo preparado y en su sitio… salimos de allí en busca de las motos…
para dirigirnos al otro recinto.
Donde deberíamos encontrarnos con Emi y Rosa… para entrar todos juntos a la
comida. Que estaba a punto de empezar…
Así que nos fuimos para allí, ni cortos ni perezosos, con más hambre que perro’
un ciego…!! Je, je, je…
Pero ya podíamos decir, con todo listo…
…y sin tener que preocuparnos más que de pasarlo bien…
…que para nosotros acababa de empezar…
…La Cipotegato…!!!
Capítulo 3.
La Cipotegato.
Cuando llegamos al recinto donde se desarrollaría toda –o prácticamente toda-
la fiesta… no tardamos en juntarnos con Barón y Baronesa…
…que a su vez se juntaron con Ángel y Encarna.
Y todos juntos… fuimos pasando al recinto colindante, donde se servía la
comida. Con un orden y una organización, dignos de ver y disfrutar…!
Y es que el sistema era el siguiente:
La peña formaba cola en la puerta del recinto… donde –tras mostrar la pulserita
acreditativa de inscrito- te daban paso para entrar.
A mano derecha, y justo en frente de las mega-perolas donde se preparaba la
comida… había unas mesas en las que el personal de la organización, iba
colocando los platos con la pitanza del primer plato. Y allí… cada cual se
pillaba un plato, para dirigirse luego a las kilométricas mesas.
Mesas que se iban llenando en perfecto orden… y donde cada cual se juntaba con
los suyos a comer.
Huelga decir que las mesas… estaban perfectamente preparadas con cubiertos,
servilletas, vasos, vino, gaseosa, y agua…
Como es lógico –al llenar las mesas de forma gradual-, los que estaban sentados
en la primera mesa –por poner un ejemplo- eran los primeros en terminar el
primer plato.
Así pues, para ir a buscar el segundo plato… se procedía en el orden que
marcaba la organización del evento.
Es decir:
Haciendo sonar el pito -y con gestos bien claros-, daban paso a la primera
mesa; para que los comensales formaran cola… recogiendo así –de la mesa de la
entrada- el segundo plato. (Después de tirar –como es lógico- el primer plato
vacío… a la basura)
Y hasta que la primera mesa no hubiera terminado de abastecerse… no darían paso
a la segunda -y posteriores-, con el mismo sistema…
De tal modo… que no se formarían en ningún momento, las molestas aglomeraciones
–típicas de algunas concentras mucho menos organizadas- que tan mala imagen dan
a éste tipo de comilonas multitudinarias…
Y luego ya, el postre… lo repartía –en las mismas mesas- el mismo personal de
la organización. Siguiendo el orden cronológico de las mesas… conforme éstas
terminaban con el segundo plato.
Vamos, una organización de putísima madre…!!
Y si a esto le sumamos que el papeo estaba exquisito… -que no en todas las
concentras es así- …y que se podía repetir las veces que uno quisiera…
…bien podéis imaginaros lo a gusto que comimos…!! Je, je, je…
Pues bien. Después de ésta breve explicación del sistema organizativo,
prosigamos con el relato…
Una vez tomamos asiento, con los primeros platos en ristre… nos dispusimos a
comer…! Que la hora era ya la suya… para que las tripitas de cada cual,
reclamaran el sustento…
De primer plato:
Garbanzos con tocino y chorizo!!
Qué ricos…!!!
Sólo el pobre Pitu, que esa noche compartiría tienda conmigo, me miraba de
reojo… temiendo una noche… “tormentosa”… je, je, je…
Allí estábamos los ocho: Tito, Pitu, Daelin, Emi, Rosa, Encarna, Ángel, y yo…
dándole a la muela con saña, compartiendo comida y charla.
Y disfrutando además… de la compañía de los vecinos de mesa colindantes, que
–como cualquier evento de ésta índole- se mostraban cachondos y dispuestos a
pasarlo lo mejor posible.
Luego… tras escuchar las sonoras pitadas que daban paso a nuestra mesa, para ir
a buscar el segundo plato… tiramos los platos vacíos –de poliestireno
expandido, o como lo llamamos aquí, poliexpan-, y nos fuimos a por ese sabroso
segundo plato:
Albóndigas con tomate y pimientos…
Realmente, no eran “caprice de dieux”… pero un servidor repitió un par de
veces…! Je, je, je…
Y finalmente, de postre… unos conos de helado…! Dulces… helados… y que ayudaron
a bajar el papeo, mientras cogíamos fuerzas para levantarnos de la mesa y
proseguir con lo que teníamos en mente.
Que no era otra cosa… que marchar al camping de Vera del Moncayo, a echar el
cafetín.
Así pues… levantamos campamento, y tras un breve paso por las tiendas… a pillar
la ropa adecuada para la vuelta. (Por si hacía frío) Capitaneados por Ángel,
nos dispusimos a salir de Tarazona.
No sin antes pasar por la gasolinera… a realizar el que sería, el segundo
repostaje de la ruta.
Llenamos depósitos… y recorrimos los apenas quince kilometrillos que nos
separaban del camping, donde se juntan los amigos del Moto Club El Racimo…!
Camping de putísima madre… al que –como comentamos varias veces esa tarde-
ojalá pudiéramos ir –el día de mañana- a pasar un fin de semana con todo el
personal de AMICUS Moto Grupo…!! Je, je, je…
Alquilar unos bungalós… o llevar nuestras tiendas, y compartir así un finde
cachondo y en familia…
Experiencias muy sanas, que ayudan –no sólo a unir al grupo- si no a
experimentar realmente una convivencia familiar y natural…
Lo dicho:
Ojalá podamos un día no muy lejano, procurarnos una experiencia de ésta
índole…!!
Aparcamos burritas… pasamos al interior… Y tras presentarnos a los compañeros,
amigos, y personal del camping… tomamos mesa donde cafetear.
Allí, después del café… Ángel y yo nos pedimos una copa de patxaran. Y no veas
tú qué pedazo de copón me dieron…!!
Y qué rico estaba!!
Lejos –a todas luces- del casero patxaran que se prepara para él, el amigo
Ángel… Seguro! Pero muy, muy rico…
Allí… además de los cafelotes… nos pusieron unos profiteroles con nata, bañados
en caramelo de chocolate… que… Fuah…!!
Pa’ qué os cuento…!!
La perdición para un goloso como mi menda…!! Je, je, je…
Y allí, en definitiva… pasamos buena parte de la tarde, con grata y graciosa
sobremesa… Disfrutando del buen rollo de la compañía, de los chistes, del
cachondeo… pero sobretodo, de la inmensa hospitalidad que demostraron éstos
nuevos amigos del Moto Club El Racimo…
Pero como siempre… el reloj avanzaba inexorable, y llegaba la hora de partir…
para volver a Tarazona. Darse un garbeo por la concentra… y prepararse para la
cena.
Así que despidiéndonos cariñosísimamente de todos… salimos del establecimiento.
Arrancamos los seis motores… y pusimos ruta -de nuevo- a La Cipotegato…!
Quince kilometrillos de nada… y ya nos encontrábamos dejando las monturas, en
las cercanías del pabellón.
Al llegar al recinto… decidimos echar una cervecita, mientras oteábamos tiendas
y tenderetes. Y mientras Ángel y Encarna platicaban con amigos de la zona, los
amigos Emi y Rosa se fueron al hostal, a pegarse una duchita… y prepararse para
la cena.
Así que nosotros –Tito, Daelin, Pitu, y yo-, cervecita en ristre… seguimos
oteando tenderetes.
Tito, que conocía a algunos de los que allí vendían artículos, se hizo coser el
parche del evento en el chaleco. Algo que no tardaron en emular Pitu y Daelin…
Por mi parte… preferí esperar a casa, y seguir cosiendo los parches a mano, y
yo mismo. (Jerigonzas de un servidor… je, je, je…)
Luego… otra cervecita…!! Que la primera se evaporó muy rápido…! Y mientras, en
el escenario se hacían las pruebas de sonido pertinentes, para los “vivos” con
los que nos obsequiarían.
Allí estábamos, con nuestra cervecita… observando el ambiente, cuando una de
las tenderas… se acercó a nosotros al ver que en el parche ponía “Garraf”.
Y es que la mujer vive en Vilanova…! Y nos lo dijo, completamente convencida de
que nos iba a sorprender… Pero la sorpresa se la llevó ella, cuando le dije que
no sólo ya lo sabía… si no que la recuerdo perfectamente de cuando tenía una
“parada hippie” en el Passeig del Carme de L’Habana Xica. A la que iba y venía…
en una bici que tenía más kilómetros, que la maleta de “El Fugitivo”…!! (Hace
unos veinte años de eso… je, je, je…)
Allí se estaba genial.
Buena música, y mejor ambiente…
Pero como nos habíamos puesto la ropa para andar en moto, -pensando que
pasaríamos frío- y en el lugar, la temperatura era más que perfecta…
…ésta –la ropa- nos empezó a sobrar.
Con lo cual, esperamos a que llegaran los señores de Barón, para proponerles
que nos acompañaran a las tiendas… y allí, ponernos algo más cómodos.
Y ahí fue donde la cagamos!!
Porque tanto entrar en espacios calefactados, para luego salir a la calle… La
semana siguiente Tito y yo, llevábamos una trompa de órdago…! Je, je, je…
De haberlo sabido…
En fin. Que nos fuimos al pabellón-campamento, donde nos pusimos ropa menos
invernal… más cómoda, y ligera.
Y estando allí, nos dimos cuenta de un nuevo detallazo de la organización!
Nos mandó –a todos los inscritos- un sms avisando que la cena se retrasaría
media hora…!!
Menudo detalle! Y por sms… para asegurarse llegar a todos…! Muy, pero que muy
bien…!!!
Lo dicho:
Un diez para la organización…!!
Así pues… a sabiendas que la cena sería más tarde, nos lo tomamos con calma
para volver. Y dando un paseíllo… cantando, y contando chistes, fuimos
regresando al recinto donde nos juntaríamos con Ángel y Encarna, y otra pareja
de la que –lamentablemente- mi pobre neurona no recuerda el nombre…
Pero sí recuerdo que vivían no muy lejos de allá, en un pequeño pueblo –o
aldea- y que eran –son- infinitamente más felices de lo que llegaremos a serlo,
la mayoría de los que vivimos cerca de la costa, de las grandes ciudades, y de
la “supuesta” civilización…
Ah! Y que ella es catalana!! Je, je, je… De eso también me acuerdo. Pero no de
sus nombres…
Total, que entramos para el comedor. Y siguiendo el mismo ritual que en la
comida… pillamos el primer plato, y nos fuimos para la mesa.
Una especie de fideuá… pero con fideos gordotes, que más recordaban a unos
"fideus a la cassola” de mis tierras.
Con pescado… chirlas, y gambitas…
Que estaban de ricos…!! Mmm…!!!
Y es que a esa hora… teníamos un hambre, que no se la saltaba un torero…!! Je,
je, je…
Qué buena cena, companys…!!
Luego… carrilleras!!! O como las llamamos por aquí… “galtes”…!!
Y esas sí que estaban… Fuah…!! Ricas, ricas, riquísimas…!!
Tanto… que cuando Daelin me acompañó a tirar el plato, y repetir… no pudo
resistir la tentación, y también se procuró un nuevo plato para él.
Y porque ya hubiera sido excesivo, o abusivo, según se mire… pero terminando el
segundo plato de repetición, a mí me apetecía un tercero…! Je, je, je…
Bueno, me apetecía… y me apetece ahora recordándolo! Y eso que hace ya un mes y
–exactamente- once días que lo comí…!!
Pero es que ya os digo. En La Cipotegato… doy fe que se come muy, pero que muy
bien…!!
Siempre –claro está- comparándolo con otras concentraciones que –por hache o
por be- no saben, o no pueden hacerlo mejor…
Y luego ya… el postre.
A chupar helado todo el mundo… mientras preparaban la entrega de trofeos, y el
sorteo de regalos.
Evento que en vez de hacerse fuera, en el recinto ferial… se hizo allí, a modo
de espectáculo de sobremesa… mientras –quien más quien menos- se fumaba su
pitillo… o se iba a buscar un cafetillo.
Nosotros, en cambio… preferimos esperar a cafetear más tarde. Y quizá fue por
eso… que el sorteo se nos hizo “un pelín” pesado…
Terminando el sorteo, anunciaron el “Desfile de Luminarias” que se celebraría
enseguida. Y ya puestos… continuaron anunciando:
El fiestorro con que empalmaría el desfile, y en el que habría stripteases…
La visita al “Ecce Hommo” -al día siguiente- en el Santuario de la Misericordia
de Borja… (Si, si… el que “restauró” la anciana del pueblo, pintando un
monigote… je, je, je… El mismo…!)
Y –cómo iban a olvidarlo- el almuerzo potente con que repondríamos fuerzas
antes de partir…!!
Almuerzo que –recalcaron- a pesar de tener un horario de inicio… no tendría
fin.
De tal suerte, que todo el mundo podía estar tranquilo…
…que nadie se iba a quedar sin almuerzo. (Nuevo detallazo organizativo…)
Así que tras el sorteo… y después del anuncio de lo que se nos venía encima… lo
primero fue salir a la calle para preparar el “Desfile de Luminarias”.
Desfile dedicado a los compañeros caídos… y en que todas las motos llevan una
antorcha –eléctrica- con los colores de la vestimenta del Cipotegato.
Aunque al desfile –de nuestra colla- sólo acudió Tito. Pues el resto…
preferimos dejar las motos donde estaban, con la firme decisión de no tocarlas
hasta el día siguiente.
Cada cual –imagino- que tendría sur razones… pero en mí, la razón principal fue
no tener que pensar más en conducir…
…y poder chupar si más preocupación que encontrar el saco cuando quisiera
acostarme… je, je, je…
Eso sí. Salir… salimos todos a ver la partida de las luminarias. Y una vez se
fueron… entramos de nuevo –por fin- a cafetear…!!
Bueno. A cafetear… dentro de unos límites, y según se mire.
Pues si hay algo criticable en ésta concentra…
Si hay algo que nos podía pasar por alto, y de lo que nos quejamos en varias
ocasiones…
Ese algo, sin duda alguna, fue el café…!
Horrible…!!
Tremebundo…!!!
Vamos, un café… realmente asqueroso, nefasto, y vomitivo.
Y conste que me quedo corto… y por respeto, no digo más. Pero es que nos
sirvieron unos cafés… que ni que los hubieran preparado con calcetín
recauchutado, oiga…!
Intentamos beberlos… pero no había puta forma.
Así que nos quejamos de la forma más educada que supimos… y el muy
impresentable de la cafetera, no se le ocurrió otra cosa que repetirlos.
Pero repetirlos… en el sentido más literal de la palabra…!! Y la nueva remesa
de “laxantes”, resultó tan asquerosa y emética como la primera…
Con lo cual… liquidamos la cuenta –se los pagamos-, y nos tiramos directamente
a los licores… je, je, je… Que serían, cómo no, Ruavieja…!!
Y después del primer sorbo… ya nadie se acordaba de aquellos cafés, que se
quedaron sobre la barra… enfriándose.
Para entonces, Tito –y el resto de compañeros que salieron a las luminarias- ya
estaban de vuelta.
Y todos juntos… nos dedicamos a escuchar musicota… bailarla… Ver los videos que
pasaban incesantemente en la pantalla… Y chupetear licorcillo, que calentaba el
espíritu… y elevaba la moral.
Mi menda lerenda, que guardaba en su alforja una botellita de Ruavieja… fue
pegando viajecillos a la moto, llenando el vaso de todo aquél que lo deseara. Y
poco a poco… a medida que avanzaba la noche, la gente se fue poniendo borrosa…
ja, ja, ja…
Los garbanzos del mediodía, tuvieron la caprichosa idea de salir a aquellas
horas… así que pueden imaginar vuestras mercedes, el pánico surrealista que
padecían los compañeros, si en algún momento les daba la espalda…
La verdad es que hubo momentos en que uno más se sentía en una discoteca, que
en una concentración motera. Y sinceramente, no fue una fiesta que me llenara
sobremanera…
Lo que sí es verdad, es que tuve oportunidad de saludar a algunos conocidos
como Paco, de Zaragoza, y al que conocí en La Cabra Mocha de dos mil once… y
sólo por ello, merecía la pena estar allí.
La única putada… es que no sé donde leí –semanas antes- que se hacía una fiesta
rollo Halloween… y convencido de ello, me llevé un disfraz… dispuesto a
disfrazarme después de cenar, y pasar una noche jodona y carnavalesca. Pero
luego allí no se disfrazó ni dios! Bueno sí… el compañero del que no recuerdo
el nombre –tampoco-, integrante de Las Ratas del Queiles… y que se disfrazó de
alienígena. Pero aparte de él… nadie más.
Con lo cual… no saqué el disfraz. Con las ganas que tenía yo de disfrazarme…!!
Y así fue avanzando la noche…
…aunque supongo que a todos, el viaje de ida nos había cansado lo suficiente
como para que –curiosamente- después del striptease femenino, y justo antes del
masculino… decidiéramos dar por finiquitada la fiesta, y nos propusiéramos
seriamente marchar a la piltra, al sobre, o como vuestras mercedes gusten en
llamarlo.
Pero el caso es que a eso de las tres menos algo de la madrugada… cansados, y
con más ganas de tumbarnos, que de echar una nueva copa al buche… decidimos
partir del pabellón… y poner rumbo a las tiendas para descansar.
Que al día siguiente teníamos tremenda ruta de regreso. Y no era cuestión de
conducir medio dormido… y/o poco descansado.
Tito prefirió llevar a Totina hasta el pabellón de las tiendas. Así que partió
por libre… mientras Barón y Baronesa –tras “pegarnos” con toda la mala leche
del mundo, a un individuo desconocido para nosotros- partían también hacia el
hostal.
Así que Pitu, Daelin, el individuo desconocido, y yo… tiramos tranquilamente
hasta el pabellón, donde nos esperaban los sacos… y los más dulces sueños…
Bueno. “Más dulces sueños”, para según quien… je, je, je… Porque lo que es yo,
se ve que puse en marcha la serradora… y el pobre Pitu no pudo pegar ojo en
toda la noche…!! (Si bien es cierto que los garbanzos, se quedaron todos en el
recinto ferial… y a lo que es la tienda, no llegó ni uno sólo. Y por ese lado,
puede estar la mar de contento… je, je, je…)
Aunque también es verdad que no fue el único que no durmió… ya que aquella
noche, en aquél pabellón, se conoce –por lo que me han contado- que se podían
oír los más dispares sonidos nocturnales…
Ronquidos de todas las cadencias… Pedos cromáticos… E incluso jadeos –al más
puro estilo “peli porno de los 80’s”, porque en la tienda de al lado… se
hincharon a folletear…!
Vamos, que los que no durmieron esa noche… estuvieron bien entretenidos… je,
je, je…
Yo, por suerte… entre soplido y soplido, sólo atinaba a abrir de vez en cuando
un ojo… y darme cuenta que –por ejemplo- aquella madrugada llovió.
O… -por ejemplo también- que todavía no había llegado la mañana mañanera para
levantarse…
Pero no. No me preguntéis mucho más… porque realmente dormí como un lirón.
Capítulo 4.
La mañanica.
Aterricé en éste mundo… a eso de las nueve y veinte –o así- de la mañana.
Cuando Pitu ya se encontraba recogiendo trastos… al igual que Tito, y Daelin.
Aunque no pude salir de la tienda con la celeridad que hubiera querido… porque
una puta rampa –o más bien, montaje de músculo, sumamente doloroso- me atacó
como en cada salida de dos días… que duermo en tienda.
No sé por qué… pero es así.
Cada vez que duermo en tienda… me levanto con ese tremendo dolor que, para
colmo… me pilla dentro de la tienda, y me es imposible vestirme hasta que me
pasa…
Así que cuando me pasó…corrí literalmente a vestirme, para luego acudir al
servicio… y vaciar hasta la última gota de mi vejiga, antes de que volviera el
dolor… je, je, je…
Ya estábamos en el nuevo día…!!
Barón Negro nos llamó para avisarnos que iba para el desayuno… así que quedamos
con él, en que bajaríamos enseguida… y allí nos veríamos. Pero nada más lejos
de la realidad…
Tito, que hasta hacía un ratillo se encontraba recogiendo bártulos… había
desaparecido. Y aunque no podía estar muy lejos, pues algunos de sus útiles
todavía se encontraban allí… Ninguno de nosotros tenía ni la más repajolera
idea de donde se había metido.
Hasta que le encontramos… al lado de Totina… bajo un chiribiri incesante, que a
ratos se tornaba llovizna, y a ratos paraba.
Y nos dio la tremenda noticia:
Totina no arrancaba…!!!
La arrancó una vez –la primera- pero se apagó… y ya no hubo forma de arrancarla
de nuevo…
Megüenlaputadeoros…!!!
Los señores de Barón esperándonos…
Nosotros sin saber qué hacer…
Y el pobre Tito, desesperado, ante la impotencia de no saber qué le pasaba a la
pequeña Totina…
Cada vez que le metías la llave, y la ponían en posición de “on”… tardaba un
poco en reaccionar. Pero así que se iluminaba el cuadro… le dabas al contacto,
y todo abajo de nuevo!!
De nuevo el cuadro apagado.
Realmente… tenía toda la pinta de que la batería había exhalado el último
suspiro…
Llamamos a Emi y Rosa para avisarles que no bajaríamos al desayuno… y nos
dijeron que enseguida subirían hasta donde estábamos nosotros.
Mientras… preguntamos a personal de la organización, por si había algún
mecánico que se mirara la burra de Tito. Pero no hubo forma.
Si bien es verdad que probaron con pinzas, y un coche… y Totina arrancaba sin
problemas. Pero era quitar la pinza del borne positivo de la batería… y la moto
se apagaba sin remisión.
Así que lo más práctico y rápido iba a ser llamar al seguro… y que éste mandara
una grúa de asistencia. A ver si se podía solucionar de algún modo…
En esos momentos llegaron los señores de Barón… y Daelin, Pitu, y yo,
aprovechamos que Tito no se quedaba solo, para bajar al recinto de La
Cipotegato a buscar nuestras motos. Para así subirlas… y mientras se arreglaba
todo, ir montando los equipajes.
Una vez en el recinto… vimos que a causa de la lluvia, se suspendía la ruta al
“Ecce Hommo”. Con lo cual… el almuerzo arrancaría algo antes de lo anunciado.
Pero nosotros, que lo que teníamos era sed… Nos acercamos a la barra, y al ver
que corríamos el riesgo de “pillar cacho” con el café que allí expedían… y que
hacer cola hasta que nos atendieran, resultaba dudosamente práctico… decidimos
seguir rumbo. Y montados en nuestras pequeñas… volver a donde estaban Tito,
Emi, y Rosa…
Ya había llegado el coche de asistencia… y tras varias pruebas de arranque, y
comprobar que la batería estaba más muerta que el tío Paco… el hombre no pudo
si no ofrecerle a Tito, llevarse la moto a la base… y averiguar si el seguro le
pagaba taxi hasta casa… vehículo de gerencia… o billete de tren.
Pero vamos, que Totina… de no cambiarle la bataca, no iba a arrancar…
Así que mientras nosotros acabábamos de montar los equipajes, el tipo se trajo
un remolque-porta motos… en el que cargó –ante la impotente y triste mirada de
todos- a Totina…
Luego le comentamos a Tito, si que quería que nos lo montáramos para llevarle
de paquete en alguna de las motos de “espalda fría”, pero no quiso… Y es
normal. Pues ante tales circunstancias, seguro que cualquiera hubiera actuado
del mismo modo:
Perdiendo el hambre… y sin quererse mover de al lado de Totina -por lo menos-
hasta saber qué posibilidades le planteaba el seguro.
Así que con todo el dolor del corazón… viendo como avanzaba la mañana, y
sabiendo el tiempo que nos deparaba la ruta de vuelta… acordamos separarnos.
Tito marcharía con el tipo de la asistencia… y nosotros nos iríamos a almorzar
al recinto. Pero antes de partir, nos llamaríamos para saber qué había
propuesto el seguro… Y según las posibilidades, decidiríamos cómo proceder.
Con lo cual, Tito subió al coche con el hombre de la asistencia… y nosotros,
montando el nuevo grupo de ruta… bajamos a almorzar al recinto de la recién
pasada Cipotegato.
Para el almuerzo, nos juntamos con Ángel y Encarna. Y todos juntos… nos metimos
unos suculentos huevos fritos con chorizo y papas fritas… que le levantaban la
moral a un muerto…!!
Eso sí… para el almuerzo, ninguno de nosotros cató el vino. Je, je, je… Todo lo
más, gaseosa… y al final, incluso agua…!
Los huevos estaban de rechupete. Igual que el pan…!! Que la verdad… era
riquísimo…!!
Y si no llega a ser porque los ánimos no eran nada festivos… y que –para colmo-
la lluvia parecía no querer parar… un servidor hubiera repetido almuerzo como
un campeón…!
Pero las agujas en el reloj avanzaban sin compasión… y era menester no
entretenerse mucho. Pues si no, acabaríamos volviendo a casa de noche… y eso
era preciso evitarlo a toda costa.
Serían las doce del mediodía, cuando llamamos a Tito… y nos comentó que el
seguro le ponía un taxi hasta Zaragoza. Para que una vez allí… le pusieran a su
disposición un coche de alquiler, y con él, regresara a Sitges por su cuenta.
Y que Totina se quedaría en la base de las grúas… para llevarla a Sitges, en los
días venideros.
Así que sabiendo que –dentro de lo que cabe- Tito tenía “el asunto” medio
solucionado… acordamos llamarnos más adelante, para ver cómo nos iba
mutuamente.
Realmente, una inmensa putada…! Pues es muy triste no regresar todos juntos…
Pero en fin. Dentro de lo que cabe… fue sólo una avería. Y hay que dar gracias
por ello.
La lluvia, eso sí… no paraba. Es más. Por momentos… arreciaba de lo lindo…!
Pero claro, no era cuestión de esperar eternamente a que apaciguara… pues
estando a casi cuatrocientos kilómetros de casa, no era ninguna garantía el
salir sin agua… cuando en cualquier momento podía volver a arrancar.
Con lo cual… después de despedirnos de Ángel y Encarna que -a lomos de su
estupenda BMW- salieron poniendo rumbo a su casa… Nosotros decidimos hacer lo
mismo.
Y tras ponernos la ropa de agua, y prepararnos como es debido… (Los señores de
Barón, se pusieron un mono, que ríase usted de la mona Chita… je, je, je…)
…salimos de Tarazona, poniendo proas a Zaragoza.
Capítulo 5.
El regreso.
El viaje de regreso comenzaba, como no hubiéramos deseado ninguno que lo
hiciera. Pero… había que echarle un par de huevos. Y ante la perspectiva del
pedazo de ruta que nos quedaba por delante… estaba claro que aunque
esperáramos, nos íbamos a acabar mojando por los cuatro costados.
Así que… como suele decirse en términos taurinos:
Valor… y al toro…!!
Salimos de Tarazona. Y en la primera gasolinera que encontramos… tuvimos que
parar –apenas cinco minutos- a repasar cascos y gafas… y prepararnos para –por
lo menos- unas cuantas decenas de kilómetros bajo la lluvia.
Como es lógico… el ritmo iba a ser bastante tranquilo. Y aunque a cachos,
parecía que la lluvia quería parar… tuvimos la suerte que siempre se mantuvo en
una lluvia ligera, sin viento, y sin más problemas que el agua que se pudiera
colar en los guantes.
Bueno… en el caso de Daelin, en los pies…! Pues se le empaparon las botas… y
pasó todo el viaje con los pies calados…
Y eso que le dijimos que se pusiera unas bolsas o algo… pero ni caso.
Fuimos avanzando… y poco a poco, devorando –kilómetro a kilómetro- la ruta que
teníamos delante.
La media de velocidad… unos ochenta kilómetros por hora. Hasta la primera
paradica cafetera…
…que la hicimos –según los carteles-, a veintidós kilómetros de Zaragoza.
En un bar-restaurante de carretera… donde nos metimos unos cafelitos, nos
calentamos por dentro…
…y donde nos dimos cuenta que la lluvia –llovizna ya, cuando paramos-, había
desaparecido…!!
Pues no había ni rastro de ella cuando volvimos a las motos, para emprender de
nuevo el camino…
Con lo cual, desde aquél punto… pudimos aumentar sensiblemente el ritmillo de
la rodada. Llegando a una media de cien… ciento diez en algunos puntos;
velocidad que ya se iba pareciendo más a la que lleváramos el día anterior,
durante el trayecto de ida.
Nuestra siguiente parada, la realizamos en Fraga.
Iba a ser la tercera –y última- parada para repostar… y prácticamente surgió
sin darnos cuenta. Pues con la circulación que había –domingo por la tarde-
hubo un momento en que tuvimos varios vehículos en el grupo.
Yo, que iba el penúltimo… descubrí sorprendido que no veía a Pitu. Así que
paré… y di la vuelta. (Había tenido problemas con la niña…)
Para cuando nos juntamos con Emi, Rosa, y Daelin… que pararon justo a la
entrada de un apartadero, decidimos echar unos pitillos. Y ya puestos… llenar
los depósitos.
Aprovechamos, eso sí… para llamar a Tito –de quien había recibido una llamada a
las dos y pico de la tarde, pero que obviamente, no lo vi hasta entonces.
Eran las cuatro menos veinte de la tarde…
Nos contó que se encontraba en la A2… bajando dirección Igualada. Y que por los
carteles que había visto últimamente… se encontraba a la altura de Vimbodí.
Así que en ese punto comprendimos que llegaría mucho, muchísimo antes que nosotros
a casa…
Salimos de allí, recuperando el orden del grupo… y a muy buen ritmo –teniendo
en cuenta el húmedo estado del asfalto- fuimos recorriendo el mismo camino del
día anterior, pero en sentido inverso.
Es decir:
Cuando llegamos a la altura de Lleida… en vez de continuar por al A2,
resolvimos hacerlo tirando para Juneda, yendo a buscar las mismas carreteras
tarraconenses de la ruta de ida. Y de éste modo, no separarnos de Daelin… hasta
que llegáramos a sus tierras.
Justo pasar Juneda… encontramos el mismo bar-restaurante donde el día anterior
paramos a tomar el primer café.
Y en ésta ocasión –casualidades de la vida- pararíamos a echar la última parada
de avituallamiento de la ruta de regreso… en el mismo lugar en el que
hiciéramos la primera, en la ruta de ida.
Cafelotes… pastas… y en mi caso, medio bocadillo de lomo con queso… que si
llego a saber lo bueno que estaba, me lo pido entero!! Je, je, je…
Una parada tranquila.
Mucho…
Demasiado…!!
Tanto… que cuando nos disponíamos a montar de nuevo el grupete de ruta, nos
dimos cuenta de otra “casualidad”:
Y es que si el día anterior -al parar allí-, acabó de despuntar el día…
En ésta ocasión, al salir de allí… el día empezó a apagarse por momentos.
Y con él, mi capacidad de visión. Pues las parcas luces de mi burra… -ahí me di
cuenta de ello- dejaban mucho que desear.
A partir de ese punto, la ruta para mí fue un verdadero suplicio.
Suplicio que fue en aumento, a medida que avanzábamos…!
Ya que cuanto más se escondía el sol… y más negra la noche era, peor veía…
Y no es que no viera –cual ciego-, no… Lo que pasaba, es que por un lado, la
carretera estaba húmeda. (Los faros iluminan menos con la humedad…)
Por el otro… que al ser un día de “operación retorno”, teníamos muchos coches
de cara –que me deslumbraban.
Y claro, llegabas a una curva… y al no ver nítidamente el trazado, el culete se
me cerraba como el de un pingüino, y me quedaba sobre la moto… tieso como un
cuatro.
Bajando el ritmo de la marcha… y deseando parar en cualquier momento para
tranquilizarme. Ya que los nervios iban en aumento a cada segundo… y eso
–circulando en moto- no es nada bueno…
Para más datos, había circulación en ambos sentidos de la marcha… y llevar
coches detrás, en esas condiciones, no hace sino que empeorar el estado de
nervios…
Pero… siempre puede ir peor…! Y lo iba a comprobar!
Pues al acercarnos a tierras más tarraconenses… hizo acto de presencia el
viento…!!!
Mecagüentóloquesemenea!!!
Si lo tenía crudo con la vista, la iluminación, la humedad, la circulación, y
los nervios... ahora sólo me faltaba el viento, que me viniera a tocar los
cojones…!!
Menuda faena…!!
Enfilábamos hacia Valls… pero con todo lo que cuento, y los nervios a flor de
piel…
Y el sentimiento de culpabilidad que sentía, al hacerle bajar tanto el ritmo al
compañero Pitu, que iba detrás de mí…
…me pasé el desvío que cogieron Daelin, Emi, y Rosa. Y no me quedó otra –con el
tráfico que había- que seguir hasta Alcover… donde nos encontraríamos las
cuatro motos.
Así que después de una parada en el arcén, que aproveché para respirar hondo y
relajarme… Pitu y éste que os habla, pusimos rumbo al siguiente pueblo. Y al
entrar en él –en la primera rotonda- ya nos esperaban Daelin, Emi, y Rosa…
Paramos las burras… dejándolas aparcadas en una zona ancha, al lado de la rotonda…
y nos dispusimos a fumar unos redentores pitillos que -junto a la charla-, me
ayudaron a calmarme muchísimo…
Los compañeros se mostraron sumamente comprensivos conmigo. Y la verdad es que
lo agradezco muchísimo…!! Pues soy consciente que a veces, la falta de
experiencia, los miedos, y los nervios de éste servidor… no hacen más que
entorpecer la buena marcha del grupo.
Desde aquí… muchísimas gracias companys…!!!
Es lo único que puedo hacer:
Agradecer vuestro comportamiento… y disculparme por el mío.
Pero es que a veces… es superior a mí. Y la verdad… el tramo que recorrimos la
tarde del cuatro de noviembre de dos mil doce, desde cerca de Juneda, hasta
Alcover… ha sido –con diferencia- el peor trayecto que jamás en mi vida recorrí
en moto…!
Una vez los ánimos se calmaron lo suficiente… nos despedimos cariñosamente de
Daelin. Cuya ruta a su casa –a partir de aquél punto- se separaría de la
nuestra…
Y nosotros, tras valorar diferentes posibilidades… decidimos aplicar el mismo
sistema que en toda la ruta de regreso, y re andar –como habíamos hecho hasta
allí- las mismas carreteras del día anterior.
Con lo cual… formamos el grupo de ruta, y pusimos proas a El Vendrell. Para
pasar el Coll de Santa Cristina… y llegando a Santa Oliva, pillar la vieja
N-340.
Carretera que seguiríamos hasta Vilafranca, donde nos separaríamos de Pitu… que
seguiría rumbo a El Plà del Penedès…
Hasta la próxima, company…!!!
Luego, en la salida a la C15… Barón paró en la primera rotonda. Y para
asegurarse que yo todavía estaba tranquilo… me propuso echar un pitillín de fin
de ruta.
Pitillín que nos fumamos en el apartadero del Mare Ràfols… dando así por
finalizada la ruta, justo en el mismo sitio donde empezó el día anterior…
Y la verdad, salvando los nervios del último tramo… y la putada de regresar si
Tito… paramos las motos con la satisfacción –y el orgullo- de terminar una ruta
que durante mucho tiempo recordaremos…
Apenas diez minutos más tarde, después de los abrazos y los besos de rigor…
arrancamos de nuevo motores. Encaramos la C15… y en la salida de Canyelles, nos
despedimos entre sonoras pitadas…!!
Más tarde… un servidor de ustedes llegaba al parking de Plaça d’Espanya. Y tras
dejar a mi pequeña y dulce Guillermina… -que marcaba un total de ochocientos
veintiún kilómetros, con cuantrocientos metros en su cuentakilómetros de la
ruta- salí del parking llamando a mi queridísima y adorable Eolia.
Que sabiendo que nos llovió en la ruta… y los pocos mensajes que le mandé…
estaba bien preocupada.
Faltaban diez minutos para las nueve de la noche.
Antes de llegar a casa… también llamé a Tito. Quien me confirmó que había
llegado a casa, perfectamente.
Así que cuando llegué a la mía… no pude si no descansar el culete, y reposar
los nervios… después de terminar la ruta más larga hasta la fecha, en la
historia de AMICUS Moto Grupo…!!!
Epílogo.
Realmente… uno no puede sentir otra cosa que orgullo y satisfacción, después de
terminar una ruta como ésta.
Una ruta que si bien –en el plano de las temperaturas- no fue tan “jodida” como
nos temíamos antes de partir…
Sí lo fue en otros aspectos.
Pues fue una inmensa putada tener que despedirnos de Tito en el mismo Tarazona…
por la avería de Totina, y no poder regresar todos juntos.
Y por otra parte entristecidos como estábamos… arrancar la ruta con lluvia,
tampoco fue bocado de buen gusto.
Pero… como suele decirse, de todo se aprende.
Y en ésta ruta –como en la mayoría de las que realizamos en octubre- aprendimos
que rodar bajo la lluvia no es tan jodido, si uno va bien preparado…
En ésta ruta… aprendimos que llevar un poco planificadas las paradas, ayudan a
cumplir los tiempos… llegando a los sitios sobre el horario previsto…
Pero sobretodo –a título personal- aprendí… que cuando se rueda en grupo, es
muy importante entenderse bien, y confiar los unos en los otros.
Tomarse la ruta con calma… y disfrutarla lo más posible.
Y si hace falta parar catorce veces, sacrificando el llegar pronto… por llegar
tranquilo, pues se para.
Que en definitiva… se sale a pasarlo bien. Y si algo entorpece el disfrute, siempre
tienes a los compañeros al lado para ayudarte, apoyarte, y comprenderte…
Realmente, terminé la ruta de La Cipotegato con tantos nervios en la cabeza…
que quizá ha hecho falta esperar un tiempo para plasmar la crónica, ordenar los
recuerdos, y poder dar gracias a todos por haber estado ahí…
Y ahora, terminando las últimas líneas de ésta crónica, me sorprendo
terriblemente emocionado. Después de haber revivido –con la ventaja de la
perspectiva temporal- todos y cada uno de los momentos que pasé junto a los
amigos… disfrutando la ruta, el evento… pero sobretodo, su compañía…!!
A ver si para la próxima Cipotegato podemos juntarnos más compañeros…!!!
Que de verdad… fue una salida muy, pero que muy especial…!!!
Muchas gracias a todos…!!!
NaCluT!!!