Por Jaqueton:
El pasado once de julio, la propuesta era una salidilla tranquilota y
dominguera, con almuercete y rutilla relajada… para llegar pronto a casa. Pues
ese día curraba de tarde…
Por motivos laborales e ineludibles, tuvimos que cambiar la hora de salida, y
hacerla un poco más tardía… pero igualmente se salió.
Acordamos en salid desde Sitges, el compañero Tito y yo…
A las ocho y media, ya estábamos los dos perfectamente preparados, y listos
para acudir al Monterrey.
Donde, en ésta ocasión, y tratándose de una salida atípica y tardía… decidimos
almorzar en vez de tomar los acostumbrados cafelotes pre-ruta.
Y qué almuerzo señores!!
Llegamos allí unos minutos antes de las nueve de la mañana, y ya habían un buen
puñado de ciclistas, vecinos y conocidos, hincando el diente…. Y es que lo
hacen muy bien, y a muy buen precio…
Nosotros, moteros triperos como somos, pedimos un par de bocatas –de los
especiales- para darle gusto al "tripo", y placer a las muelas… je,
je, je…
El de Tito, un “Monterrey”. Consistente en pollo, cebolla, queso, bacón, y
mahonesa… Y el mío, un “Pite”. Que llevaba lo mismo, solo que sustituyendo el
pollo por lomo.
Todo eso lo remojamos con refrescantes coca-colas, y lo acompañamos con las
olivillas machacadas y súper gustosas que te ponen para picotear…
Un almuercillo tranquilo, en mitad de
Pero lo hicimos. Nos costó… pero a eso de las diez de la mañana, y tras
meternos los cafelotes con los que se termina cualquier almuerzo, nos
levantamos dispuestos a marchar, y darnos una rutilla tranquilota por la
comarca…
Nada más salir de allí, encaramos
Así que volvimos a entrar en Vilafranca, y pusimos proa a las carreterillas que
te llevan por Castellví… La Múnia…
Carreteras secundarias, viradas y tranquilas… en las que uno se relaja y se
deja llevar por el trazado.
No tardamos en llegar a Sant Jaume del Domenys… y allí, después de cruzar el
pueblo, decidimos tirar para Banyeres.
Y de Banyeres, a L’Arboç… y de allí, a Castellet. Donde iniciamos el descenso
de una de las carreteras más moteras –y peligrosas- que hay por aquí…
Aunque nosotros, el descenso lo hicimos rindiendo culto a lo que llevábamos
entre las piernas… y nuestro ritmo fue de lo más tranquilo y dominguero que uno
puede echarse a la cara… je, je, je…
Y por si se nos olvidaba, ya nos recordaba de vez en cuando una “erre”, que no
debíamos apurar el trazado… y que nos debíamos ceñir escrupulosamente a nuestro
carril. Frenando lo que fuera menester antes de cualquier curva, pues no
convenía en absoluto tomar ninguna de ellas “ciega”…
Todo y con eso, personalmente considero que fue el trozo de ruta que a mí más
me gustó.
Por lo divertida que es la carretera… Por el paisaje y el olor que desprende en
ésta época…
Y porque es una carretera que desde niño he recorrido, y me entusiasma.
La recorría ya, sentado en la sillita del coche, mientras mi padre conducía
aquél Seat 133, escuchando el carrusel en una radio de pilas… mientras subíamos
a la casita de campo de mi abuelo, ubicada entre Castellet y Torrelletes.
Más tarde, con doce o trece años, en bici con los colegas…
Pero no con bicis de las de ahora, que tienes dieciocho o veintiuna marchas,
eh? No, no, no…. Con bicis BMX, sin marchas, con sillín duro de cojones, y
pesando pa’ tos sus muertos…! Je, je, je… (Juventud, divino tesoro…)
Y evidentemente, con cualquiera de las motos y ciclomotores que he tenido…
Solo, o con los colegas. De día, e incluso de noche… Lloviendo, y con un sol
que derretía hasta las piedras del camino…
Es, como he dicho, una carretera que me trae mil y un recuerdos… Que me evoca otros
tiempos, y otras vidas… Que, en dos palabras: Me encanta!
Lástima que hoy, según a qué hora la recorras… debes tener mucho cuidado. Pues
también es punto de encuentro de irresponsables montados en latas voladoras…
Pero en fin, volvamos al relato… que me voy por los Cerros de Úbeda… je, je,
je…
Tito y yo, recorrimos el sinuoso trazado de “la carretera del pantano”, hasta
que llegamos a Vilanova. Pero como llegamos que serían sobre las once de la
mañana… decidí empalmar –algo pasado el camping- con
Una vez en L’Habana Xica, giramos en la rotonda de la antigua Cotesúa, y
bajamos al paseo.
Concretamente, al Paseo del Carmen. Y más concretamente, al bar Pachurri.
Bar en el que crecí como adolescente, y donde trabajé desde junio de 1991,
hasta septiembre de 1997. (Incluyendo el periodo de mi servicio militar…)
Allí echamos unas cervezuelas bien frescotas… Nos relajamos y celebramos luenga
y apasionante conversa…
Y cuando ya teníamos más que pasada, la hora del ángelus, decidimos partir de
nuevo, y recorrer los apenas ocho kilómetros que nos separaban de
Así pues, llegamos al parking, dejamos a “Águila Negra”, y a “Bilú It”… y con
eso, dimos por terminada –en el mismo punto donde empezó- la salida de ese
domingo caluroso y veraniego…
Partiendo ambos hacia nuestras keos, dispuestos a soñar en la próxima aventura
de AMICUS!!! Je, je, je…
NaClu2!!!!
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